Pensándolo bien...

null LA COP28 Y EL GRAN KHAN

Una vez más las expectativas han superado a la realidad. La edición anterior, la COP27 reflejaba la necesidad de mayores recursos financieros y pretendía mejorar el acceso a los fondos, en especial para los países en desarrollo. En el terreno de los objetivos se establecía la mitigación, persiguiendo el objetivo de no superar el aumento de la temperatura global de 1,5 º C a final de siglo.

No era de esperar que celebrándose la cumbre en Dubai se pudiera acometer el acabar con los combustibles fósiles. Se sospechaba cualquier cosa. Ciertamente la sorpresa ha sido el acordar “transitar” hacia el fin de la utilización de los combustibles fósiles. Se atribuye a un fino léxico propio de los quehaceres diplomáticos, el haber introducido el término transitar, mucho más expresivo en lengua inglesa que en castellano: transitioning away, al que se le abriga con un imaginario alejarse y sustituir una cosa por otra. Ciertamente, también que es la primera vez que se reconoce por consenso internacional que esta senda del alejamiento es la principal vía para intentar evitar la hecatombe que se visualiza

Así pues, las conclusiones no contemplan la eliminación de la producción y comercio de combustibles fósiles, como pedía la Unión Europea, sino una intención de alejamiento de ellos, contemplando una reducción genérica a lo largo de una década, aludiendo a una emisión neta de CO2 cero, para 2050. Esconde la esperanza de que nuevas tecnologías lo permitan alcanzar. Como no podía ser menos, plantea triplicar la capacidad instalada de producción de energías renovables, aunque se hace un guiño a la nuclear, que cada vez en instancias oficiales se ha convertido, mágicamente, en una referencia de energía renovable, aunque se insiste en que no hayan emisiones en la producción. Acorde con esta indulgencia, se abre la puerta, cosa que era de esperar, a que la explotación de petróleo, gas y ¡carbón! Si van acompañadas de tecnologías de captura de carbono, hoy realmente potenciales, pero muy lejos de la efectividad requerida, tienen el visto bueno, equiparándolas, de alguna manera al hidrógeno renovable.

Los intereses económicos se imponen y nos envuelven en argumentos circulares en los que acaban protegidos. No se percibe a nivel institucional la gravedad de nuestra situación y las consecuencias de una economía depredadora nos está llevando a un callejón sin salida. Las consecuencias no solo son medioambientales, sino sociales. No hay manera de que veamos la luz en la envoltura económica en la que nos hemos sumergido. Pensemos en el significado de celebrar esta cumbre en uno de los países significativamente productor del combustible puesto en cuestión. La presidencia ha empleado el término “transitar” esquivando un determinante final del petróleo, el gas y de paso el carbón. Realmente patético.

Desde el punto de vista científico se ha evidenciado que la principal fuente del actual calentamiento global es la quema de carbón, petróleo y gas. ¿Qué es una transición justa, ordenada y equitativa? Se dice que consiste en triplicar la potencia de la producción de energías renovables, duplicar la eficiencia energética e introducir tecnologías de captura de carbono como paliativos. Nada nuevo bajo el sol, en una posición ventajosa para los productores de combustibles fósiles que hacen un nuevo “dribling” del más puro sentido ofensivo.

Con toda seguridad que me voy a perder el prometido amanecer de 2050, un tiempo sin quemar combustibles fósiles, con lo que no podré comprobar si el acuerdo que ahora se ha tomado llega a buen puerto. Pero se fía a tecnologías que todavía no se han propuesto y que presuntamente servirán de compensación de las emisiones procedentes de combustibles fósiles. Sería la panacea de los productores actuales. Es el planteamiento que se ha realizado en los países productores. Detrás de a cortina de las energías de transición figura el gas, que se valora por los productores como la clave de bóveda de su salvación, toda vez que las reservas de petróleo ya mermadas amenazan con su final. No así el gas. En todo caso una fisura más de las propuestas, en tanto en cuanto, el metano propicia un gas natural que es la fuente más potente de gases de efecto invernadero.

Lo único en lo que coinciden buena parte de los países es que no se puede considerar equitativa la participación por igual de todos en el problema sobrevenido. Los recursos que poseen los distintos países determinan el impacto de la emergencia climática. La emisión de CO2 no ha sido igual desde los países industrializados que desde los pobres. Eso sitúa a los diferentes países en condiciones muy dispares a la hora de efectuar inversiones en tecnologías que mitiguen las consecuencias. El hecho se reconoce. Otra cosa es que se evidencie con financiación con compromisos concretos. No hay reconocida financiación complementaria para que se efectúe la transición energética. No se ha diseñado una transición con aroma de justicia para todos.

Eso sí, la COP28 mantiene el objetivo de no superar los 1,5ºC, aun cuando resulte complicado asumir su cumplimiento. El texto aprobado se refiere al de Paris de 2015, con unos términos que lo relativizan, al asumir para su cumplimiento las diferentes circunstancias nacionales. El reconocimiento de que la transición se acomoda a las circunstancias da pábulo a una falta de compromiso real al no concretarse. Hay un hecho incontestable y es que 2023 ha sido el año más cálido registrado y no se oculta en los textos la preocupación constante por tal circunstancia, aunque no se plasma en acuerdos que atisben la más mínima ambición por contribuir a su contención o evitar el incremento del deterioro. No se han acordado pasos posteriores a dar.

No parece ser que se haya dado la respuesta que en buena lógica podía esperarse. No parece que se intenten evitar los desastres planetarios que se prevén. Es posible que se pueda considerar que esta reunión ha dado pasos, que anteriormente no habían sido capaces de dar, pero no parece que las soluciones se hayan propuesto desde el compromiso, sino más bien que se ha ladeado, una vez más, el enfrentar el problema desde la cruda realidad y sus exigencias.

En los medios de comunicación, no deja de resultar curiosa la valoración que se ha hecho al considerar a Genghis Khan un héroe del cambio climático, dado que con su conducta bélica contribuyó a enfriar el planeta al contribuir al decremento del dióxido de carbono atmosférico, al provocar la muerte de unos 35 millones de personas en la invasión mongola de Asia en el siglo XIII. Se le atribuye a él solo una inmersión de carbono atmosférico en torno a 0.183 partes por millón. Las muertes que ocasionó barriendo del mapa a esos 35 millones de personas, lo que conllevó el rebrote de 142.000 kilómetros cuadrados de bosques que absorbieron 684 millones de toneladas de dióxido de carbono del aire.

Imagen original creada con CHAT GPT y DALL-E

Para hacernos una idea de lo que supone pensemos que los bosques son sumideros naturales de carbono. La cantidad de carbono que un bosque puede secuestrar varía dependiendo de la especie de árboles, el clima, la calidad del suelo y la edad del bosque. En promedio, un bosque maduro puede capturar entre 2.2 y 9.5 toneladas de CO2 por hectárea al año. Por otro lado, las prácticas agrícolas sostenibles pueden aumentar el secuestro de carbono en los suelos. Esto incluye rotación de cultivos, cultivo de cobertura y manejo de pastizales. Los suelos agrícolas pueden secuestrar aproximadamente 0.5 a 1 tonelada de CO2 por hectárea al año. Los océanos son otro sumidero natural de carbono. A través de procesos biológicos y físicos, los océanos absorben alrededor de una cuarta parte de las emisiones de CO2. Sin embargo, la cantidad exacta de carbono que los océanos pueden secuestrar varía y está influenciada por factores como la temperatura y la acidez del agua.  Las tecnologías de Captura y almacenamiento de carbono permiten la captura de CO2 de fuentes industriales y su almacenamiento en formaciones geológicas subterráneas. La capacidad de secuestro depende de la tecnología y la escala de la instalación, pero una planta de energía grande puede capturar millones de toneladas de CO2 al año. La acción de restauración de humedales y turberas, que son ecosistemas eficientes en el secuestro de carbono, puede secuestrar varias toneladas de CO2 por hectárea al año, aunque las cantidades exactas varían según el tipo de ecosistema y las condiciones locales. Finalmente, el manejo de Residuos, con la captura de metano de vertederos y la conversión de residuos orgánicos en compost puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo indirectamente al secuestro de carbono. Son cifras aproximadas y pueden variar significativamente dependiendo de una amplia gama de factores ambientales, climáticos y de manejo. Además, la efectividad de estas prácticas en el largo plazo también depende de su sostenibilidad y de la capacidad para mantener el carbono secuestrado sin que sea liberado de nuevo a la atmósfera.

A la vista de los números Genghis Khan, bien pudo provocar, indirectamente, la inmisión de cientos de millones de toneladas de CO2 al aire, con la exterminación que llevó a cabo. No es una broma que los investigadores del cambio climático, analizando las caídas históricas del CO2 atmosférico han encontrado huellas en el hielo de la Antártida y se han devanado los sesos buscando eventos que lo pudieran justificar. Otros momentos históricos, como cuando se dio la peste, la conquista de América o la caída de la dinastía Ming en China, fueron candidatos para explicar algunos eventos.  Pero entre todos ellos el único hecho suficientemente importante como para afectar a nivel mundial la caída del dióxido de Carbono ha resultado ser la acción de Genghis Khan. Un auténtico héroe del cambio climático.

Algunos puntos clave a considerar:

  1. Reducción Temporal de Emisiones: Durante los conflictos, la actividad industrial y económica y puede disminuir, lo que puede llevar a una reducción temporal de las emisiones de efecto invernadero. Sin embargo, este tipo de reducción es generalmente breve y seguida por un rápido incremento en las emisiones una vez que la guerra termina y la reconstrucción.
  2. Daño Ambiental: Las guerras suelen tener un impacto negativo en el medio ambiente. Esto incluye la destrucción de ecosistemas, la contaminación del agua y del suelo, y la pérdida de biodiversidad. Estos daños pueden tener efectos duraderos y perjudiciales en el clima y el medio ambiente.
  3. Impacto en el Clima Local: Las guerras pueden alterar el clima local a través de la generación de grandes cantidades de humo y polvo, lo cual puede afectar temporalmente las temperaturas locales. Sin embargo, estos efectos son generalmente limitados en escala y duración.
  4. A Largo Plazo: A largo plazo, las guerras pueden conducir a un aumento en las emisiones debido a la reconstrucción y al desarrollo de infraestructuras militares.

En resumen, mientras que puede haber una reducción temporal en las emisiones de gases de efecto invernadero durante los conflictos, las guerras no son una forma efectiva ni sostenible de «enfriar» el planeta. De hecho, los efectos negativos de la guerra sobre el medio ambiente y la sociedad son amplios y a menudo superan cualquier beneficio temporal en términos de reducción de emisiones.