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Mariano Gacto Fernández

Licenciado y Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Salamanca. Formación postdoctoral en el Baylor College of Medicine, Houston, Texas. Catedrático de Microbiología de la Universidad de Murcia. Campo de investigación: Fisiología microbiana y transmisión intracelular de señales.

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null Gases y microbios metanógenos

Los microorganismos metanógenos son capaces de realizar una respiración anaerobia donde el hidrógeno actúa como donador de electrones y el dióxido de carbono como aceptor. Esta transferencia de electrones genera energía para las células microbianas y la formación de metano como subproducto de la reacción. Es el origen biogeoquímico del gas natural.

Resulta interesante considerar que casi la tercera parte de los humanos produce metano como gas intestinal por estar colonizados por microorganismos metanógenos. Quienes lo producen lo hacen durante toda la vida, pues este carácter no se modifica al tomar antibióticos ya que los metanógenos, por ser arqueas (no exactamente bacterias), resisten los agentes quimioterápicos empleados en clínica médica y veterinaria. Los otros dos tercios de los humanos producen hidrógeno y dióxido de carbono por fermentación ácido-mixta de las enterobacterias, originando precisamente los substratos necesarios para la producción de metano cuando se está adicionalmente colonizado por metanógenos. El hombre es por tanto un importante catalizador del efecto invernadero y el calentamiento global, no solo por sus actividades industriales, sino a través de una vía tan insospechada como los excrementos, ventosidades y eructos.

Todos los años se producen millones de toneladas de metano por microbios metanógenos que viven en condiciones anaerobias degradando materia orgánica en medios muy variados: el intestino del hombre y los animales, el rumen de los rumiantes, el interior de estercoleros, campos inundados para cultivo de arroz o el fondo de una marisma. Curiosamente, sin embargo, los mayores productores no son vertebrados, sino termitas, que están fuera de nuestro control. Los metanógenos intestinales de estos insectos producen medio miligramo de metano al día, pero dado el increíble número de termitas existentes, su producción anual supone centenares de millones de toneladas.

Se calcula que una sola vaca expulsa al año 90-100 kilos de metano. La magnitud de estas emisiones por cada vaca equivale, aproximadamente, a la cantidad de contaminantes totales que produce un coche durante mil kilómetros. Por inquietante que resulte, los datos coinciden con las conclusiones de un informe emanado de la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO). El informe, bajo el intrigante título «La larga sombra del ganado», resalta la paradoja de que el sector ganadero genera tantos gases con potencial influencia en el calentamiento global como el sector del transporte. Estas consideraciones ofrecen un panorama cuya realidad es escasamente valorada en sus justos términos: los microbios son eficaces y silenciosos participantes del efecto invernadero.