Manuel Hernández Córdoba
Publicaciones
Aníbal (247-183 a.C.) es considerado uno de los mejores líderes militares de la Historia, y las brillantes maniobras que le llevaron a victorias ante los ejércitos de la poderosa República Romana se han estudiado durante siglos. Tras la caída de Sagunto, emprendió una audaz expedición terrestre con el propósito final de tomar Roma. Disponía de un numeroso ejército, incluido un buen número de elefantes, que cruzó los Alpes en una difícil travesía.
El historiador Tito Livio da cuenta de un curioso hecho acontecido en esta expedición. Ya cercano el final de la travesía, una enorme roca impedía el paso de la columna militar. Para allanar el camino hicieron un gran fuego sobre la roca y, cuando estaba muy caliente, vertieron vinagre sobre ella para agrietarla, lo que permitió abrir camino con ayuda de herramientas. El hecho así relatado es dudoso porque ni el vinagre puede atacar una roca resistente ni disponían de gran cantidad, pero Livio lo describe con detalle, y muchos lo dan por cierto.
Los historiadores recogen además otros extraños hechos en la campaña de Aníbal. Así, por ejemplo, en la batalla del Lago Trasimeno, en la que obtuvo una gran victoria, afirman que el ejército romano quedó envuelto en una espesa niebla y se oyó un fuerte estruendo lo que dificultaba la visión y la comunicación de órdenes. Hubo un terremoto, sobre las tropas romanas cayeron piedras y el nivel del lago ascendió bruscamente. Todo esto puede tener una explicación natural, pero resulta curioso que en toda la campaña se produjeron fenómenos en los que eran siempre las tropas romanas las perjudicadas y en consecuencia derrotadas. Por ello, se ha especulado con la idea de un arma secreta de Aníbal y se ha sugerido que sus soldados pudieron mezclar carbón con nitrato y azufre, ingredientes fácilmente asequibles que en proporciones adecuadas resultan en pólvora. En otras palabras, se ha sugerido que las tropas de Aníbal volaron la roca que obstaculizaba el camino. La misma hipótesis, empleo de explosivos, sería aplicable a los humos, ruidos y caída de piedras en la batalla de Trasimeno.
Quizás esto sea tan sólo el resultado de la calenturienta imaginación de un historiador, o quizás subestimamos los conocimientos químicos y técnicos de épocas pasadas. La capacidad del ejército de Aníbal para vencer dificultades mediante un ingenioso empleo de la naturaleza parece indudable. Quizás, además, Aníbal o sus tropas sabían algo de química.