Alberto Tárraga Tomás
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Es conocido que muchos compuestos orgánicos, procedentes de fuentes naturales, han salvado la vida a millones de personas y les han mejorado su calidad de vida. Un ejemplo emblemático es el caso del ácido (S)-ascórbico, conocido popularmente como vitamina C, que es un nutriente esencial para el ser humano, necesario para la biosíntesis de colágeno, para favorecer la absorción del hierro, o para proteger a las células de los daños producidos por los radicales libres. Sin embargo, los humanos, y algunos otros vertebrados, carecen, desafortunadamente, de las enzimas indispensables para su biosíntesis a partir de glucosa y, por consiguiente, deben ingerirlo a través de los alimentos. En caso contrario, aparece el escorbuto, caracterizado por el debilitamiento de los vasos sanguíneos, hemorragias, pérdida de la capacidad de cicatrización de heridas y, finalmente, la muerte.
El tratamiento de esta enfermedad – con elevadísimo índice de mortalidad entre los marineros de las expediciones realizadas, fundamentalmente, en la era de los descubrimientos (siglos XV-XVI)-, no se descubrió hasta que, en 1747, James Lind, médico de la Marina Real inglesa, realizó, a bordo del buque HMS Salisbury, el que es considerado el primer ensayo clínico controlado en la historia de la Medicina. Observó que la enfermedad remitía en un grupo de marineros a los que, en su dieta, se había incorporado dos naranjas y un limón, demostrando, así, el valor terapéutico de los cítricos para prevenir esta enfermedad. A pesar de que Lind publicó sus resultados en 1753 (“A treatise of the scurvy”), no fue hasta 1795 – un año después de su muerte -, que el Almirantazgo británico ordenó que se incorporara el zumo de limón entre los marineros.
Se sabía, pues, que para combatir el escorbuto (la primera enfermedad en tratarse ajustando la dieta) había que suministrar cítricos. Sin embargo, no se sabía qué compuesto químico era el que actuaba como factor antiescorbútico, pues éste (la vitamina C) no fue descubierto hasta 1932, por Albert Szent-Györgyi (Nobel de Fisiología o Medicina, 1937), aunque fue Norman Haworth (Nobel de Química, 1937) quien realizó su asignación estructural: (5-(S)-)(1,2-dihidroxietil)-3,4-dihidroxifuran-2-ona.
El experimento realizado por James Lind, le garantizó un muy merecido lugar en la historia de la ciencia, y el papel crucial que jugó el limonero en la erradicación del escorbuto mereció que forme parte del emblema del Instituto de Medicina Naval Británico. No obstante, hoy es popularmente sabido que también otros alimentos (pimiento rojo, fresas, kiwi, papaya, etc.) contienen esta vitamina.