Este descubrimiento, recogido en un estudio recién publicado en Nature Communications, nos habla de la fragilidad de la vida en la Tierra frente a algunos eventos cósmicos. Si la ionosfera fuese destruida puntualmente por un GRB ocurrido en una galaxia más cercana o en la propia Vía Láctea, la vida en nuestro planeta podría quedar expuesta a la radiación nociva que nos llega desde el espacio durante días o meses.