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null Vampiros y hombres lobo: Mito y ciencia

Llega Halloween y nuestras calles volverán a llenarse de personajes monstruosos que amenazan con beber nuestra sangre o rasgar nuestras gargantas. Junto con los zombis, los vampiros y los hombres lobo siguen siendo los mitos preferidos para atemorizar a la población; sin embargo, el origen de su leyenda parece estar basado en la ciencia y, más concretamente, en varias enfermedades humanas.

El mito de los licántropos, hombres con la capacidad de transformarse en lobos en las noches de luna llena, surge durante la Edad Media en Europa y su explicación científica parece estar relacionada con enfermedades como la rabia (que provoca insomnio persistente y agresividad) y la hipertricosis, un síndrome poco frecuente en el que las personas que lo padecen están cubiertas completamente por un pelo muy largo que puede llegar a medir más de 25 centímetros. Su discriminación por la sociedad de la época, así como su miedo a ser maltratados física y psicológicamente les hacía preferir la vida nocturna y su mejor avistamiento durante las noches de luna llena inspiraron muchas de las historias sobre la leyenda del hombre lobo.

El mito del vampiro, por su parte, encaja a la perfección con el padecimiento de la porfiria eritropoyética congénita, una enfermedad hereditaria que provoca una deficiencia en la síntesis de la hemoglobina, un componente esencial de los glóbulos rojos de la sangre. Sus síntomas están asociados con la anemia (palidez extrema y ansiedad por la sangre) y en algunos casos graves se observa fotosensibilidad (mito de la nocturnidad del vampiro) y deformaciones faciales como el crecimiento de las encías (mito del aumento de los colmillos) y el aspecto puntiagudo de las orejas. Esta enfermedad también explicaría la “sed de sangre del vampiro”, no olvidemos que hace siglos el tratamiento de la anemia era beber sangre o “su repulsión al ajo”, existen estudios actuales que parecen indicar que el ajo bloquea la coagulación de la sangre en pacientes con este tipo de porfiria.

Sin embargo, no debemos olvidar que la literatura también ha aportado su grano de arena a la leyenda de estos personajes. Por ejemplo, en la novela Drácula de Bram Stoker ya se dota a los vampiros del don de la inmortalidad y la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer nos presenta a vampiros y hombres lobo románticos y enamorados capaces de seducir a toda una generación de jóvenes lectores.