FRANCISCA SEVILLA VALENZUELA PROFESORA DE INVESTIGACIÓN DEL CEBAS-CSIC
Francisca Sevilla Valenzuela no recaló en la investigación científica movida por una férrea convicción desde la tierna juventud, más bien fue a través de un proceso natural. “No tenía vocación por la investigación durante mis estudios de bachiller, lo que quería era ser profesora de bachillerato o de universidad, y por eso sabía que tenía que venir desde Melilla a estudiar una carrera universitaria que me permitiera hacerlo. Lo del laboratorio surgió de forma paulatina: fueron los hechos los que me situaron poco a poco en el camino de la ciencia. Fui alumna interna del Departamento de Bioquímica en la Universidad de Granada, y vi que aquello era muy interesante y podía ser una excelente salida profesional. Así que cuando acabé la carrera de Biología me puse en contacto con el Departamento de Bioquímica Vegetal que formaba parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Allí me dirigieron hacia mi director de tesis, el doctor Luis Alfonso del Río Legazpi, quien fue el responsable de encauzar mi carrera científica».
Una vez doctorada, se trasladó desde Granada a Murcia por motivos profesionales de su marido. Nuestra académica obtuvo una beca posdoctoral para trabajar en el CSIC y desde entonces investiga en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS).
Sevilla, al contrario que muchos de sus compañeros del CSIC de Granada, no salió a formarse al extranjero nada más a acabar su doctorado debido a una serie de coyunturas personales: “Al haber nacido en noviembre, acabé la carrera muy joven, con 21 años, y para cuando terminé el doctorado tenía 25 años y dos niños pequeños, así que esperé hasta que crecieran para irme fuera”. Por suerte, tampoco era un requisito indispensable para realizar su trabajo en aquel momento. «Para optar a una plaza del CEBAS, en aquella época aún se permitía permanecer como becaria postdoctoral un periodo de tiempo razonable, no era imperativo haber salido. Cuando me pude marchar estuve en un laboratorio de Toulouse (Francia), en una estancia no muy larga. Posteriormente, siendo ya investigadora, estuve también en Sheffield (Reino Unido). En mi equipo, el grupo de investigación de Estrés Abiótico, Producción y Calidad del CEBAS, hemos mantenido colaboraciones con una amplia gama de laboratorios de Europa, Australia, Túnez, Marruecos, Chile y Brasil».
Los problemas del estrés oxidativo
El estrés oxidativo y los sistemas antioxidantes en especies vegetales ha sido la línea de estudio más destacada del grupo de investigación de nuestra académica. «Las plantas son organismos que no pueden trasladarse: una vez que son plantadas, aunque puedan crecer, permanecen sin poder cambiar de localización, lo que no significa que sean estáticas. Esto hace que las plantas estén sometidas a cambios ambientales continuos, que les van a influir en su desarrollo. En el caso de Murcia, estos factores ambientales potencialmente perjudiciales son la baja pluviometría y la baja calidad del agua de riego, las altas temperaturas y la intensidad lumínica y el elevado tiempo que están expuesta al sol, entre otros. Todos son potenciales factores estresantes. El metabolismo de la planta tiene que adaptarse y necesita responder a esas situaciones ambientales cambiantes y limitantes para poder crecer y producir con cierta calidad. A esas circunstancias se las denomina de forma genérica condiciones de estrés ambiental ”
«Las condiciones que he descrito son de estrés abiótico, y también están las bióticas, relativas a la defensa de la planta ante patógenos como hongos, virus, bacterias o insectos -continúa Sevilla-. Estas situaciones a las que las plantas se enfrentan a diario le producen una condición de alteración metabólica, y eso implica la producción de especies de oxígeno reactivas (ROS) y tóxicas. La planta se defiende de las ROS que atacan su ADN, sus proteínas, sus membranas; y si esos ataques no se controlan o contrarrestan, se produce lo que se denomina globalmente como estrés oxidativo. Si no puede hacerle frente con sus sistemas de defensa antioxidante, puede morir”.
La mejor forma de entenderlo, nos cuenta nuestra académica, es utilizando el símil de reemplazar metafóricamente a la planta por una persona. “Si te ataca un patógeno o tienes alteraciones nutricionales o una situación de estrés y tus defensas no reaccionan y lo combaten, o no tomas las medidas adecuadas, ese resfriado o ese estado puede empeorar, e incluso puede llevarte a una patología más severa».
Primera investigadora principal del CEBAS
Desde 1985, Francisca Sevilla es la investigadora principal de esta línea de investigación que implantó en el CEBAS y que ha permitido resultados pioneros e innovadores. De hecho, ha sido la primera mujer en el CEBAS en alcanzar el estatus de Investigadora Científica a los tres años de su incorporación a la plantilla del CSIC, y también fue la primera en ser nombrada Profesora de Investigación en dicho Centro.
Son muchos los hitos que nuestra académica ha logrado junto a su equipo en su larga trayectoria científica. Defiende que su grupo «constituye, junto con el del Dr. Del Río, de la Estación Experimental del Zaidín-CSIC de Granada, los dos equipos de investigación más consolidados en España en el campo de la biología de las especies reactivas del oxígeno y de sistemas antioxidantes en células vegetales a nivel subcelular. Fuimos pioneros en purificar y caracterizar una manganeso superóxido dismutasa en plantas y en proponer e implementar la utilidad del sistema antioxidante metaloenzimático superoxido dismutasa en los estudios del mecanismo de acción de los micronutrientes y de sus interacciones en la planta a nivel enzimático, así como las aplicaciones en la optimización de la nutrición vegetal. Dicho en otras palabras más accesibles: demostramos la utilidad de las metaloenzimas antioxidantes -unas enzimas que contienen un metal- para el diagnóstico y la corrección de deficiencias nutricionales en plantas cítricas, leguminosas y cultivos hortícolas».
El grupo ha demostrado cómo los sistemas antioxidantes y ciertas proteínas implicadas en la homeostasis redox celular, junto con los niveles moderados de especies reactivas del oxígeno y del nitrógeno, juegan una función fundamental en los mecanismos responsables de la capacidad de las plantas para responder a situaciones de crecimiento adversas, como salinidad y estrés por temperaturas elevadas. El funcionamiento correcto de estas proteínas en los diferentes compartimentos celulares es importante para desarrollar cultivos tolerantes en una agricultura mediterránea sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
También han podido demostrar por vez primera en plantas la presencia en mitocondrias de un ciclo antioxidante, en el que participan ascorbato y glutatión, y que modula los niveles de peróxido de hidrógeno en este compartimento celular en respuesta a situaciones de estrés. En este área, el grupo de nuestra académica ha logrado avances pioneros que ha sido publicados en revista de impacto del campo de la biología vegetal, tales como ‘Plant Physiology’, ‘New Phytology’, ‘Journal Environmental Botany’, ‘Journal Proteomic’…
La percepción de la mujer científica
Francisca Sevilla es una de las pocas mujeres que ocupan un puesto relevante en el mundo de la I+D regional; de hecho, es una de las dos únicas científicas que forman parte de la Academia de Ciencias de la Región de Murcia junto a Ángela Molina de entre una treintena de académicos y ha sido la investigadora principal de uno de los Proyectos de Excelencia de la Fundación Séneca.“A principios del siglo XX la mujer no tenía derecho a ir a la universidad. En 1907 creo recordar que había siete mujeres en toda la universidad española, y eso es un sesgo que se ha ido arrastrando, no sólo por los hombres, sino por toda la sociedad -lamenta nuestra experta-.Recuerdo que la mayoría de chicas de Melilla no iban a estudiar a la Península aunque pudieran económicamente; y las que estudiaban hacían Magisterio, una carrera que es fundamental, pero que estaba fuertemente ligada al rol femenino. Que una jovencita cursara estudios de ingeniería o química sonaba como un fenómeno extraño; sin embargo, las primeras que entraron en la Universidad fueron químicas».
«Actualmente ha mejorado la visibilidad de las mujeres en organizaciones importantes como el CSIC, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Y un paso importante sería articular un buen plan de conciliación entre la vida laboral y la personal, que en este país hace una falta enorme”, defiende nuestra académica. Sabe de lo que habla porque experimentó esa carencia de conciliación al inicio de su carrera, y la sigue padeciendo, como tantas colegas femeninas con obligaciones familiares. Por eso reconoce que cuando sale del laboratorio le queda poco tiempo para disfrutar de sus aficiones, como viajar, ir al cine o a un concierto, hacer algo de deporte -aunque afirma que no es muy buena atleta- o ir de tapas con los amigos.