LUIS PUELLES LÓPEZ CATEDRÁTICO DE ANATOMÍA Y EMBRIOLOGÍA HUMANA DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA.
La educación de Luis Puelles (Santa Cruz, Tenerife, 1948), catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Murcia (UMU), empezó singularmente en el Colegio Alemán tinerfeño, donde estudió hasta los 15 años. «Mis padres valoraban mucho el dominio de otros idiomas; luego estudié también inglés y francés. Ese aprendizaje, reforzado con una voraz actividad lectora en esas lenguas, repercutió en mi carrera científica».
Lo que le orientó hacia la ciencia fue querer comprender la mente de sus compañeros de Bachillerato, concretamente «por qué se enamoraban y desenamoraban periódicamente unos de otros. Confié en el enfoque psicológico, y por eso elegí estudiar Medicina en Granada. Creía que los médicos entendían la mente humana, pero perdí tal ilusión cuando llegué a las asignaturas de Psicología y Psiquiatría, impartidas de forma muy especulativa. Paralelamente, a pesar de mis buenas calificaciones, fui comprendiendo que en realidad no tenía vocación médica».
En esa encrucijada, «opté por agarrarme a la anatomía microscópica, porque era lo que más se acercaba a observar cerebros, y estudiar su construcción. Como máquina, el cerebro es lo más complicado que conocemos, y representaba un importante reto». Fue una afortunada decisión que a la larga le convirtió en experto mundial en mapas genéticos del cerebro en desarrollo y en evolución cerebral. Es el investigador de la Región cuyas publicaciones científicas producen más impacto en la comunidad científica internacional, de acuerdo al ‘ranking’ que elabora el sistema de medición de la calidad científica conocido como ‘índice h’.
Autodidacta y rompedor
En búsqueda de las piezas del cerebro, nuestro académico entró en 1970 en el laboratorio del profesor José María Génis, un joven catedrático de Anatomía que le animó en su autodidactismo. Puelles afirma que era considerado como «un ‘bicho raro’, porque leía obras en varios idiomas, y quería investigar en neuroanatomía; una disciplina casi muerta en la década de los setenta, al menos en España».
Nuestro académico siguió a Génis cuando se trasladó a Sevilla, donde permaneció cinco años, y allí leyó allí su tesis en 1973. Más tarde desempeñaría plazas de profesor contratado o adjunto en Badajoz y Cádiz antes de afianzarse con 31 años como profesor agregado en la UMU en 1979, donde creó su propio laboratorio. Antes de alcanzar esa meta, Puelles necesitó los primeros seis años de trabajo para publicar su primera investigación. Aunque sus estudios al microscopio eran en solitario, y carecía de una biblioteca adecuada, profundizó en la literatura científica, pidiendo numerosas separatas a los expertos extranjeros e iniciando su propia biblioteca, hoy muy voluminosa. Estos apoyos, y el diálogo mental con los maestros del presente y el pasado, le permitieron desarrollar la amplia base de conocimiento necesaria para empezar a generar ideas propias.
En ese punto, empezó a comparar órganos de distintas especies. «Para comprender bien el cerebro debes realizar ese recorrido. Hay un diseño básico común a todos los vertebrados, desde el pez más simple hasta nosotros, independientemente de la diversidad aparente. Ese diseño está conservado por los genes, que dictan cómo se construye cada cerebro durante el desarrollo; una proeza de ingeniería biológica. Cada especie modifica sutilmente el modelo fundamental, ajustándolo al tipo de vida a la que el animal está adaptado», nos explica el también director del equipo de investigación en Neurobiología de la UMU, uno de los veinte Grupos de Excelencia de la Región de Murcia financiados por la Fundación Séneca-Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia.
El cerebro no se divide en columnas, sino en rodajas
El punto de inflexión de partida se produjo en esa fase dedicada a la neuroembriología anatómica comparada. «Existían dos modelos o esquemas generales del cerebro, y estos eran totalmente contradictorios entre sí. A mí no me cuadraba el modelo columnar, que data de 1910 y divide arbitrariamente el cerebro en columnas longitudinales, sin una base embriológica apreciable», explica el neurocientífico.
«El otro modelo, que defendían algunos autores heterodoxos, me parecía acorde con mis observaciones. Se trataba del modelo segmentario, que divide el órgano en rodajas transversales. No estaba claro por qué la corriente heterodoxa no había triunfado, si su posición era más ajustada a los datos. Eventualmente deduje que se debía a una serie de errores en las técnicas empleadas para demostrar dicho modelo». Puelles se dedicó entonces a avalar con técnicas más modernas y apropiadas la validez del modelo segmentario, logrando acreditarlo en múltiples especies: «Le di la vuelta a la tortilla, aportando evidencias fiables».
En los ochenta, cuando ya había obtenido su cátedra en la UMU, se gestó el paso definitivo de su progresión al incorporar a su paleta una novedosa técnica para mapear los genes activos en cada momento en los órganos en desarrollo; tecnología que fue posible gracias a los avances paralelos en biología molecular y genómica. “Los anatómicos no suelen atender a aspectos moleculares, pero esta posibilidad me pareció fabulosa y aprendí estas técnicas. En 1991 conocí al profesor John L. R. Rubenstein, un investigador en genética del desarrollo cerebral de San Francisco. Él buscaba a un colaborador anatómico dispuesto a ser heterodoxo, como yo; y yo necesitaba a un genetista embriólogo como él».
La colaboración que iniciaron, que aún se mantiene viva, dio lugar a la confirmación genética del modelo segmentario, empezando con una publicación en 1993 que revolucionó la comunidad científica. «De repente se hizo famosa en todo el mundo la existencia de una teoría diferente sobre la estructura fundamental de los cerebros, que parecía avalada por los genes. Nuestro modelo segmentario fue seleccionado como una de las diez líneas de trabajo que prometían mayor repercusión futura, en opinión de los editores de la revista ‘Science’ en su número especial de 1994, dedicado al desarrollo neural. Diez años después, nuestro modelo ha pasado a ser reconocido por la comunidad internacional como el paradigma de elección en neurociencia”, apunta con orgullo el catedrático de Anatomía de la UMU.
¿Cómo se siente un científico cuando por fin halla aquello que le permite soltar un ‘¡eureka!’? «Es un placer tremendo, un chute de adrenalina que dura horas. Pero eso no implica que frenes tu curiosidad, que creas haber alcanzado todas las respuestas». Desde entonces ha producido media docena de otros modelos que reordenan partes discretas del cerebro. Ahora quiere dar el salto al gran problema de la evolución de la corteza cerebral, con interesantes resultados preliminares.
Por otra parte, comenta que ya ha surgido una aplicación clínica: “radiólogos intervencionistas en Suiza y Francia (especialistas que examinan las malformaciones vasculares del cerebro) han descubierto que mis mapas génicos de la corteza cerebral les ayudan a entender la localización y extensión de estas lesiones, facilitando su operación. En investigación básica, siempre esperas que tus resultados producirán aplicaciones prácticas, aunque sea a muy largo plazo. Este empleo práctico de mis mapas estando yo aún vivo resulta muy emocionante».
Presencia internacional
La trayectoria de Luis Puelles le ha llevado a realizar estancias científicas y docentes en centros de gran prestigio, tales como el Instituto Max Planck en Gotinga, el Colegio de Altos Estudios en Berlin, la École Normale, el Hospital de la Salpetriere y el Instituto Pasteur en París, el Instituto de Genética Humana en Newcastle, el Instituto Allen de Neurociencia en Seattle, la Facultad de Medicina en San Francisco, la Universidad de New South Wales en Sydney, y el Instituto de Ciencia y Tecnología en Okinawa. Ha desarrollado, además, una importante labor difusora de la neurociencia, formando investigadores nacionales y extranjeros visitantes, escribiendo y editando libros especializados e impartiendo conferencias en foros internacionales.
También tuvo la oportunidad de ejercer durante 4 años como vicerrector de Investigación de la UMU en el equipo del rector Antonio Soler, depositando su grano de arena en la gestión de la investigación y el desarrollo de la infraestructura científica universitaria, sin abandonar el laboratorio ni el aula. Puelles, que defiende la trascendencia de transmitir su visión y conocimientos a los alumnos, está inmerso en la actualidad en la segunda edición de su libro de texto, ‘Neuroanatomía’, y tiene en prensa (Springer, Berlín) un libro sobre la ‘Nueva Neuromorfología’, en colaboración con el prof. R. Nieuwenhuys, donde desarrolla su teoría sobre cómo se forma y evoluciona el cerebro.
«Si no hubiese encontrado al cerebro, habría sido músico»
Nuestro académico podría no haber sido neurocientífico. «Si no hubiese encontrado al cerebro, habría sido músico». Su pasión por el arte de combinar sonidos va más allá de un simple hobby. «Toco el piano y el violín, sólo o con amigos, y en mis vacaciones me reúno con otros músicos para hacer música de cámara».
No obstante, mantiene intacto aquel interés adolescente que le hizo científico: entender la mente humana. «Ahora estoy mejor cualificado, pero sigo sin poder explicar la mente en sus aspectos más complejos. Ya sabemos lo que es la vida, pero aún se nos escapa la mente, aunque confío en que llegaremos a entenderla. Eso supondría la siguiente gran revolución en la sociedad humana».