Un nuevo estudio sugiere que las plantas y los animales -incluidas las personas- emiten un pequeño resplandor cuando están vivos, que desaparece tras la muerte. Esta «emisión fotónica ultradébil», equivalente a unos pocos fotones por segundo y centímetro cuadrado de tejido cutáneo, podría ser un subproducto de los procesos de producción de energía en el interior de las células.