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El titanio (Ti) es un metal de color gris plata. Compite con el acero en aplicaciones técnicas porque es mucho más ligero (4,5 frente a 7,8), tiene una alta resistencia a la corrosión y gran resistencia mecánica. Pero es mucho más costoso que el acero, lo cual limita sus usos industriales. A pesar de ello, su utilización se ha generalizado con el desarrollo de la tecnología aeroespacial, donde es capaz de soportar las condiciones extremas de temperatura que se dan en el espacio y en la industria química, por ser resistente al ataque de muchos ácidos; además, el titanio tiene propiedades biocompatibles, dado que los tejidos del organismo toleran su presencia, por lo que es factible la fabricación de muchas prótesis e implantes de este metal. Se encuentra en la naturaleza como óxido (rutilo, TiO2) o como óxido mixto (ilmenita, FeTiO3), abundantes en las arenas costeras. Su recuperación de estos minerales al estado metálico no es sencilla. No se puede aplicar el método siderúrgico convencional de reducción con coque porque forma un carburo de titanio muy estable y tampoco se puede reducir en caliente en presencia del nitrógeno del aire porque se forma un nitruro muy estable. Estos inconvenientes se evitan mediante un método ideado por Kroll. Se pasa una corriente de cloro por una mezcla de ilmenita (o rutilo) con carbono para separar el cloruro de titanio (TiCl4) volátil, y este cloruro se reduce con sodio o magnesio en atmósfera inerte de helio o argón. El titanio metálico se funde y puede dársele la forma deseada vertiéndolo en moldes, pero esta operación requiere también de una atmósfera inerte. Estas condiciones son las que elevan el precio del titanio metálico. El titanio es un metal compatible con los tejidos del organismo humano que toleran su presencia sin reacciones alérgicas del sistema inmunitario. Esta propiedad de compatibilidad del titanio, unida a sus cualidades mecánicas de dureza, ligereza y resistencia han hecho posible una gran cantidad de aplicaciones médicas, como prótesis de cadera y rodillas, tornillos óseos, implantes dentales, componentes para la fabricación de válvulas cardíacas y marcapasos, gafas, material quirúrgico como bisturís, tijeras, etc. El contacto con el agua salada no le afecta, lo que permite que algunas de sus aleaciones sean muy utilizadas en construcción naval, donde se fabrican hélices y ejes de timón, componentes de plataformas petrolíferas, condensadores y conducciones en centrales que utilicen agua de mar como refrigerante.