Artículos Académicos
Hace veinte años se obtuvieron por tecnología recombinante una serie de proteínas con capacidad de modular la producción de células sanguíneas. Ello supuso un notable avance. Desde entonces, la eritopoyetina, que regula la producción de glóbulos rojos, se utiliza en determinadas anemias, especialmente las que acompañan la insuficiencia renal. El factor de crecimiento granulocítico, que regula la producción de leucocitos, se utiliza para acortar el periodo de caída de los neutrófilos que puede ocasionar la quimioterapia, lo que impide el retraso de nuevos tratamientos, y también reduce el riesgo de infecciones. El factor estimulador de la producción de las plaquetas, la trombopoyetina, es muy útil para tratar determinados pacientes con disminución plaquetaria de origen inmune, y de esta forma evitar el riesgo hemorrágico.
Junto a estos productos, existen otros, que pese a su utilización son más controvertidos. Me refiero al “plasma rico en plaquetas” (PRP), que se utiliza en numerosas especialidades médicas: odontología y cirugía máxilofacial, traumatología, medicina deportiva y reumatología, cirugía plástica, medicina estética, oftalmología, urología, quemados, dermatología o cirugía torácica. Las plaquetas mantienen la integridad de los vasos sanguíneos e impiden la hemorragia, pero también participan en la reparación y regeneración de diferentes tejidos. Estas propiedades derivan de que las plaquetas son como una “esponja” y pueden liberar de su interior una gran cantidad de sustancias que favorecen las funciones mencionadas.
Se consideró que la obtención de plaquetas del paciente suspendidas en su plasma (PRP) y su infusión “local” podría tener efectos beneficiosos. Entonces, ¿por qué la controversia? La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), en mayo de 2013 publicó un informe poniendo de manifiesto aspectos importantes a tener en cuenta por los prescriptores de esta terapia. En primer lugar, mantener las máximas garantías de calidad en la obtención y preparación del PRP, pues no hay que olvidar que es un componente de la sangre y es vehículo potencial de enfermedades trasmisibles. Además, el informe recalca que muy pocas de las indicaciones de uso se han respaldado con ensayos clínicos que soporten su utilización. En ese mismo documento (INFORME V1/23052013), la AEMPS adelantaba la elaboración de un listado de aplicaciones sobre las que existe evidencia de un balance beneficio/riesgo favorable. En mi conocimiento, esa información todavía no está disponible.
En definitiva, se han alcanzado importantes logros con algunos factores de crecimiento celular, sin embargo hay que ser cautos con otros donde la evidencia científica que soporta su uso es muy limitada.