Artículos Académicos
En estos últimos tiempos nos estamos acostumbrando a oír algunas expresiones con las que se nos pretende explicar la situación en la que estamos metidos. Les digo algunas que me vienen a la cabeza: alta prima de riego, falta de competitividad, impresionante deuda pública y privada, necesidad de un cambio de modelo, etc… Y en la lista de posibles acciones para mejorar la situación, otra coletilla que se repite en muchos foros influyentes como un mantra: “necesitamos atraer talento”. Según el diccionario de la Real Academia, además de ser una moneda de cuenta para griegos y romanos, talento es inteligencia y aptitud. También nos referimos como “talento” a una persona inteligente o apta para una determinada ocupación. Cualquier organización tendrá mayores posibilidades de éxito si cuenta con la mayor cantidad posible de este tipo de personas (talentos). Y esto vale para un país completo. Así que, efectivamente, si podemos atraer a los mejores en diversas especialidades aseguraremos el progreso. Pero, atraer a los mejores de fuera resulta difícil y normalmente caro. Creo que es muy fácil de entender con el ejemplo del futbol. Fichar a los mejores talentos futbolísticos es posible, pero requiere grandes sumas de dinero. Más efectivo, aunque más lento, suele ser el preparar el talento en la cantera. Tengan en cuenta que una parte del talento se tiene de manera innata, pero otra se adquiere y pule con una formación y un entorno adecuado. En otras actividades de la vida, quizás menos vistosas que el futbol, pero sin duda con más enjundia e importancia para todos, por ejemplo la ciencia, también ocurre algo parecido. Los países más competitivos (es decir más ricos) pueden atraer a muchos de los mejores científicos a sus laboratorios. Muchos de estos se han formado en las canteras científicas de otros países. En el caso de España, cualquier estrategia de futuro debería jugar con dos objetivos. Promover y mimar nuestra cantera de jóvenes científicos e intentar atraer a los mejores y más aptos, tanto nuestros como de fuera. Ambas cosas, claro, cuestan dinero, pero se trata de una inversión de futuro. Como dijo un antiguo rector de la Universidad de Harvard: “si creen que la educación es cara, ya verán lo que les cuesta la ignorancia”. Y por supuesto, este panorama se puede aplicar al personal de cualquier actividad económica. Me parece que el verdadero riesgo que corremos como país no es tanto el del rescate financiero como que todo nuestro talento prefiera jugar en las ligas de la vida extranjeras.