Pensándolo bien...
Un hecho constatado es que la Tierra es el único planeta conocido en el que su atmósfera tiene una proporción elevada de oxígeno. Por su naturaleza gaseosa, es fácil inducir que la atmósfera, si hoy se mantiene por atracción gravitatoria, no lo es menos que su génesis es interna. Todo se debe a procesos que han tenido lugar en la superficie o en el interior de los mares y ha ido acumulándose en la atmósfera. Al tiempo, bien conocido es el proceso por el cual se genera el oxígeno en la Tierra, que es a través de la fotosíntesis, mecanismo fantástico capaz de capturar la energía solar y desencadenar las reacciones químicas que generan oxígeno, al tiempo que permiten ir construyendo las estructuras celulares que soportan la vida. Las evidencias geológicas de la actividad fotosintética la cifran en unos 3.000 millones de años. Otra cosa es la dinámica del proceso que generó la atmósfera terrestre, porque los modelos formulados no están exentos de ambigüedad en cuanto al transcurso de la producción de oxígeno y el momento en que alcanzó la concentración actual.
Hace poco Klatt y su equipo del Instituto de microbiología del Max Planck, ofrece una propuesta de enorme interés, que bien pudiera ser una explicación consistente. Muy poco después de que se formara la Tierra aconteció un primer episodio apocalíptico, como fue la colisión de un objeto masivo con la Tierra, que dio lugar a la formación de la Luna. Pero además de colocar en el cielo diario un romántico objeto cuya vista siempre es motivo de regocijo, arrastrar con él implica por parte de la Tierra un retardo en la rotación del mismo. De este hecho se deriva un cambio en la frecuencia de rotación de la Tierra que pasó de un ciclo estimado de 6 horas a las 24 vigentes en la actualidad.
Klatt estudió un sumidero en el lago Hurón, alimentado por aguas subterráneas ricas en compuestos de azufre y con escasa concentración de oxígeno, que son una aproximación a las condiciones que pudieron darse en la Tierra primitiva. La observación clave fue que las bacterias fotosintéticas se escondían por la noche detrás de otras que metabolizaban azufre y volvían a adoptar las posiciones anteriores una vez que el nuevo día hacia presencia. Pero también observaron que había un desfase entre los momentos en que se ponía en marcha la maquinaria fotosintética y el momento en que salía el Sol. Este detalle podría haber pasado desapercibido para otros observadores, pero una mente perspicaz repara en que esta competencia configura los cambios de duración de los días de forma trascendente. La cantidad de luz solar que recibían los microorganismos era de forma total la misma, pero a intervalos de diferente duración. Todavía mas, aunque la producción de oxígeno se mantuviera constante, la duración de los días condicionada de forma definitiva, ya que los días más largos permitían que pasara más gas al agua, debido a la acción fotosintética y esto implicaba, finalmente, que una mayor cantidad de oxígeno alcanzaba la atmósfera.
Hasta la fecha se había pensado en la explicación basada en la actividad volcánica al emitir compuestos que reaccionan con el oxígeno y pudieran haber representado en su momento el sumidero de oxígeno que perfiló la acumulación en la atmósfera en lo que se ha creído que aconteció en dos etapas con un periodo intermedio de una duración de unos 1000 millones de años. La importancia de los cambios en el periodo de rotación de la Tierra puede intuirse en otras áreas como el transporte de los nutrientes implicados en la fotosíntesis, como el fósforo. Pueden ser procesos concomitantes como mecanismos complementarios.
Es un caso en el que se dan simultáneamente implicaciones a niveles macro y microscópicos con una nitidez clara. Desde el ámbito planetario hasta el nivel molecular se ven afectados por la duración de los días. La estabilidad del sistema planetario ha permitido la vida. La acumulación de oxígeno conformando la atmósfera ha concretado la vida. En el diccionario encontramos la significación para vida de “propiedad o cualidad esencial de los animales y las plantas, por la cual evolucionan, se adaptan al medio, se desarrollan y se reproducen”. Sutilezas como la que hemos señalado de la incidencia de la duración de los días, no está incluida en la definición, aún cuando sea el origen de la causalidad de todos los ingredientes que incluye. Por otro lado, vemos también, el papel de la Ciencia, siempre inacabado, para finalizar, pero que nunca lo logra. Mas bien al contrario, siempre implica aportaciones provisionales. Tener a la vista los elementos significativos de un proceso, no necesariamente conlleva la audacia de comprenderlos cuando se observan. La importancia de que muchos miren, radica en eso, precisamente, porque algunos ojos y mentes son capaces de ver lo que otros no logran visualizar. Fascinante el camino y sorprendente Ciencia que cada día nos sacude la vanidad y soberbia de creerse invencible, cuando solo contribuimos a la eventualidad. Siempre vendrá alguien capaz de ver e interpretar aquello que no fuimos capaces de explicar. Y así llevamos desde el principio de los tiempos. ¡Fascinante!
Hace poco Klatt y su equipo del Instituto de microbiología del Max Planck, ofrece una propuesta de enorme interés, que bien pudiera ser una explicación consistente. Muy poco después de que se formara la Tierra aconteció un primer episodio apocalíptico, como fue la colisión de un objeto masivo con la Tierra, que dio lugar a la formación de la Luna. Pero además de colocar en el cielo diario un romántico objeto cuya vista siempre es motivo de regocijo, arrastrar con él implica por parte de la Tierra un retardo en la rotación del mismo. De este hecho se deriva un cambio en la frecuencia de rotación de la Tierra que pasó de un ciclo estimado de 6 horas a las 24 vigentes en la actualidad.
Klatt estudió un sumidero en el lago Hurón, alimentado por aguas subterráneas ricas en compuestos de azufre y con escasa concentración de oxígeno, que son una aproximación a las condiciones que pudieron darse en la Tierra primitiva. La observación clave fue que las bacterias fotosintéticas se escondían por la noche detrás de otras que metabolizaban azufre y volvían a adoptar las posiciones anteriores una vez que el nuevo día hacia presencia. Pero también observaron que había un desfase entre los momentos en que se ponía en marcha la maquinaria fotosintética y el momento en que salía el Sol. Este detalle podría haber pasado desapercibido para otros observadores, pero una mente perspicaz repara en que esta competencia configura los cambios de duración de los días de forma trascendente. La cantidad de luz solar que recibían los microorganismos era de forma total la misma, pero a intervalos de diferente duración. Todavía mas, aunque la producción de oxígeno se mantuviera constante, la duración de los días condicionada de forma definitiva, ya que los días más largos permitían que pasara más gas al agua, debido a la acción fotosintética y esto implicaba, finalmente, que una mayor cantidad de oxígeno alcanzaba la atmósfera.
Hasta la fecha se había pensado en la explicación basada en la actividad volcánica al emitir compuestos que reaccionan con el oxígeno y pudieran haber representado en su momento el sumidero de oxígeno que perfiló la acumulación en la atmósfera en lo que se ha creído que aconteció en dos etapas con un periodo intermedio de una duración de unos 1000 millones de años. La importancia de los cambios en el periodo de rotación de la Tierra puede intuirse en otras áreas como el transporte de los nutrientes implicados en la fotosíntesis, como el fósforo. Pueden ser procesos concomitantes como mecanismos complementarios.
Es un caso en el que se dan simultáneamente implicaciones a niveles macro y microscópicos con una nitidez clara. Desde el ámbito planetario hasta el nivel molecular se ven afectados por la duración de los días. La estabilidad del sistema planetario ha permitido la vida. La acumulación de oxígeno conformando la atmósfera ha concretado la vida. En el diccionario encontramos la significación para vida de “propiedad o cualidad esencial de los animales y las plantas, por la cual evolucionan, se adaptan al medio, se desarrollan y se reproducen”. Sutilezas como la que hemos señalado de la incidencia de la duración de los días, no está incluida en la definición, aún cuando sea el origen de la causalidad de todos los ingredientes que incluye. Por otro lado, vemos también, el papel de la Ciencia, siempre inacabado, para finalizar, pero que nunca lo logra. Mas bien al contrario, siempre implica aportaciones provisionales. Tener a la vista los elementos significativos de un proceso, no necesariamente conlleva la audacia de comprenderlos cuando se observan. La importancia de que muchos miren, radica en eso, precisamente, porque algunos ojos y mentes son capaces de ver lo que otros no logran visualizar. Fascinante el camino y sorprendente Ciencia que cada día nos sacude la vanidad y soberbia de creerse invencible, cuando solo contribuimos a la eventualidad. Siempre vendrá alguien capaz de ver e interpretar aquello que no fuimos capaces de explicar. Y así llevamos desde el principio de los tiempos. ¡Fascinante!
© 2023 Academia de Ciencias de la Región de Murcia