Pensándolo bien...

null SI LAS PAREDES HABLARAN

El dicho “si las paredes hablaran”, nos previene y recomienda discreción al hablar o expresarse con libertad, por temor a ser oído. Toparse con una pared, atribuye un significado de imposibilidad, de impenetrabilidad, de rechazo. Los muros levantados, separan y diferencian. Batir el muro libera, es signo de triunfo, de superación, de logro, de éxito. Los muros son físicos o imaginarios, reales o virtuales pero, en ambos casos, el alcance es similar. Superarlos es conquistar lo que evitaban y vencer a quienes los construyeron creyendo que eran eternamente impenetrables. Derribarlos ha sido un constante intento de la Humanidad. El arte con su expresión mural, trata de disimularlos, incorporarlos a la normalidad, incorporar belleza a la rudeza de su estética, infinitud gris, fría superficie. Las cuevas y abrigos evidencian que primero fue la pintura mural, después el lienzo. En ambas, brilló la creatividad del arte transmitiendo mensajes, inspiraciones, relatos que desvelan pasados vividos y vívidos.

Pero las paredes, recogen también otro aspecto con el que conviven y es el sonoro. Son testigos de la vida con sus vericuetos, humores, conocimiento, declaración de amor, escenas de gloria, debates, discusiones, imprecaciones, malos deseos, inspiraciones, planes, … En algunos lugares, privilegiados, la disposición de las paredes es de tal naturaleza que la transmisión del sonido, sujeto a las leyes de la acústica, permiten ser escuchados con nitidez. A distancias increíbles, los elementos que reflejan, reverberan y transmiten las ondas acústicas y operan con sabiduría para que en determinados lugares se pueda escuchar limpiamente. Los teatros al aire libre, como los romanos, son buen ejemplo de ello. Sorprende que, en lugares de pública concurrencia, como los actuales restaurantes, no se cuide, en la inmensa mayoría aúnque son sitios destinados a los humanos para que compartan mesa y mantel y disfruten de la comida, departiendo con sus acompañantes, con los que la experiencia va a ser compartida. Lo mismo suele ocurrir con los recintos destinados a la enseñanza o exposición oral, que debieran garantizar una audición plena y clara en cualquiera de las posiciones posibles.

Pero los tiempos avanzan, cambian las circunstancias y, sobre todo, cambia la capacidad científica y tecnológica de la sociedad. Hoy, gracias a la Inteligencia Artificial (IA), una pared puede revelar información, en otro momento inalcanzable. Cuantas personas hay en una habitación y controlar los movimientos. Una cámara registra la luz, de cualquier tipo, que se refleja en las paredes, perfila las penumbras y permite reconocer a gente. Sustrayendo la luz ambiental, el registro de la luz reflejada en la pared, mientras los humanos presentes se mueven, permite identificar los muebles y objetos de la habitación, sus sombras y separarlas de las producidas por los humanos. Un algoritmo de aprendizaje automático permite aprender a partir de las penumbras y asignar comportamientos a los que corresponden. El sistema infiere el número de miembros y las actividades para las que se ha entrenado.

La aplicación de interés que se deriva de este tratamiento de la información de una pared es la capacidad de aprendizaje automático y de procesamiento de imágenes para, partiendo de indicios apenas perceptibles, ejecutar una vigilancia efectiva. Se deduce información a partir de elementos imperceptibles que, para el ojo humano, supone un reto inalcanzable. Una pared desnuda, ya no es un objeto inocente que no registra y transmite información. Los secretos que hasta ahora quedaban ocultos y enterrados en una pared desnuda, han dejado de estar fuera del alcance. Las paredes hablan y pueden contar y resultar indiscretas.  Los métodos que logran estos niveles se denominan “vigilancias de canal lateral”.

Si la luz permite reconstruir imágenes del entorno, los sonidos y vibraciones también aportan información indirecta. A partir de la grabación de un tecleado al escribir, se puede deducir lo que se está escribiendo. La detección de las vibraciones, como las del suelo como consecuencia de los pasos, permiten identificar quien es. Todo consiste en un aprendizaje automático para detectar patrones que la IA puede desentrañar y que, quedan lejos de la inteligencia natural para identificarlos. Las paredes oyen, pues, pudiendo registrar la presencia y ocurrencia de procesos.

El avance de las técnicas disponibles está alterando el estatus de intimidad aceptado y establecido. No cabe duda de que cada vez de forma más próxima, no se puede soslayar aspectos relacionados con características personales que, calificadas de íntimas, permanecían protegidas por derechos establecidos de protección de la persona. El que explícitamente no se violenten estos derechos, no exime de que accidentalmente se pueda sobrepasar ese límite. Hoy aparcar en un aparcamiento público, deja el registro de nuestra llegada y nuestra salida y ocupar una plaza permite que el coche de la plaza contigua pueda utilizar ese registro de video, para levantar sospecha ante la policía municipal, por ejemplo, de que puedes ser sospechoso de haber colisionado con ese coche y dejado una huella del evento, habiendo escapado sin dejar constancia de que has colisionado con él. Al margen de tu voluntad de registro, se ha hecho uso de algo que hasta la avenida de la tecnología, pertenecía a le esfera de la intimidad.  Y el caso es que el avance del uso de la tecnología se está realizando al margen de las previsiones legales. Es complicado hacer previsiones de las conductas y procesos a la luz de la tecnología disponible. El propio aprendizaje automático se está llevando a cabo al margen de las consignaciones legales. Evidentemente, nadie va a instalar una cámara para registrar lo acontecido en una habitación de nuestra vivienda, siempre que no sea consentido, pero aunque en la actualidad los métodos de canal lateral no tienen como objetivo a personas normales y corrientes, las aplicaciones cada vez están más listas y en condiciones de hacerlo. Por otro lado, no estamos exentos de que, en lugares de concurrencia pública, se están utilizando sin nuestro consentimiento, estos métodos.

La potencialidad de discernimiento a partir de datos escasos y difusos, capacita su incorporación a la conducción autónoma, con la detección potencial de peatones en lugares con poco ángulo de visión o dificultades de captación. Pero estos sistemas tienen utilidad en otras esferas de aplicación como en el cuidado de personas mayores para detectar caídas o problemas derivados de la movilidad reducida. Todo consiste en el entrenamiento con los casos que evidencien la conducta a seguir y de las que el sistema aprenderá previamente con ejemplos, para su posterior explotación. La tecnología siempre exhibe caras diversas en aplicaciones de interés y otras poco deseables. El uso es determinante.  Siempre ha sido así.

Finalmente, hay que reparar que las huellas que dejamos son más ricas y abundantes que las que se dejaban antes de las aplicaciones de la Inteligencia Artificial. La capacidad de aprendizaje transforma cualitativamente las herramientas de detección. No solo es que se incremente la sensibilidad, sino la capacidad de deducción, como consecuencia de ese incremento de sensibilidad y los procesos a los que se someten los datos para extraer la información que albergan. Las paredes pueden hablar, contar, informar. Todo se puede conocer. Otra cosa es que sea aceptable y conveniente. No debiera ir detrás la legalidad que enmarca las acciones. Esperemos estar a la altura de las circunstancias.