Pensándolo bien...
La fantástica aportación que supuso la formulación de la teoría de la Evolución se mantiene. Se pudiera pensar que la profundidad del tiempo que se requiere para que las innovaciones se plasmen de forma operativa, impiden observar que la evolución está en vigor y funcionando. Claro es que de hoy para mañana no se observan cambios, pero no por ello ha cesado en su flecha inexcrutable e irremediable.
Los cambios que han acontecido con anterioridad han dejado huella: las muelas del juicio o el apéndice, hoy molestos, o los usos potenciales de los pies, en su día similares a las manos, o la formación de la denominada piel de gallina, o los pezones masculinos, anteriores a la diferenciación sexual, o el vello corporal, salvo las pestañas o las cejas, que protegen los ojos del sudor que proviene de la frente y las pestañas que nos protegen de posibles cosas que puedan alcanzar nuestros ojos o el cóccix, hueso formado por la unión de las vértebras inferiores de la columna vertebral, vestigio de una cola que debimos tener como ayuda de las extremidades. se suelen señalar entre los rastros que nos recuerdan que la Naturaleza agregó o eliminó opciones operativas en otro momento.
Sin duda, la parsimonia con la que actúa la Naturaleza no toma descanso, pese a que no sea fácilmente detectable que sigue en ello la evolución. En la actualidad se informa que se aprecia que cada vez hay un mayor número de humanos que exhiben una arteria extra en el brazo. Se trata de una arteria que se forma en las primeras semanas de vida del feto, que discurre por la parte central del brazo, que distribuye sangre a las manos y que sufre una regresión en torno a las ocho semanas de vida fetal. Emergen la dos arteria: la ulnar y la radial, que acaparan la función de aquélla. Ya se detectó su presencia en la década de 1880, con una prevalencia de un 10%, pero a finales del siglo XX se alcanzó un 30%. Esto supone un crecimiento notable.
La Dra Lucas, de la Universidad de Adelaida ha llevado a cabo minuciosos estudios del tema. En una muestra de 80 cadáveres, de Australia y de Europa, se advierte que la presencia de la arteria es cada vez más numerosa. Ya se piensa adscribir su presencia a una consecuencia de una mutación genética y no solo a problemas de salud de las madres gestantes. Se puede asociar a esta arteria unos antebrazos mas potentes y unos dedos más ágiles, aunque también puede tener como contrapartida una presión excesiva en el nervio mediano que permite la sensibilidad y el movimiento, en suma, de la muñeca y las partes de la mano, con síntomas como hormigueo, entumecimiento, etc. No se trata de una modificación evolutiva profunda, pero deja constancia de que no estamos exentos de elementos que evidencian que seguimos en ello.
Es decir, que el denominado transhumanismo, tiene un colaborador interior que no cesa en su trabajo y deja constancia de ello. Es así que no podemos dejar de pensar que el transhumanismo, que es ese movimiento, hoy muy de actualidad y cada vez con mayor presencia, que pretende que el ser humano incorpore elementos externos y supere sus límites actuales, tanto físicos como mentales. Básicamente, consiste en integrar tecnología a nuestro cuerpo y, en cada vez mayor medida lo vamos haciendo, aunque hasta ahora no le hayamos dado carta de naturaleza a las prótesis, cada vez mas usuales, internas o externas al cuerpo humano, aunque en muchos casos no le otorgamos esa categoría explícita.
Hay varias realizaciones que nos acercan al mundo transhumanista, como es la propuesta de agregar un tercer pulgar, que incorpora motores controlados mediante sensores en manos y pies bajo la conectividad Bluetooth y suponen una ampliación de las habilidades de las extremidades. Del mismo modo, los desarrollos de los exoesqueletos, como una respuesta a las necesidades de ciertas discapacidades motoras, permite desenvolverse sin necesidad de ayuda tanto como consecuencia de un trauma, como por las deficiencias motoras de la edad. En la propuesta conocida, una placa Arduino alimentada por una batería de 5.500 mAh y el motor de un limpiaparabrisas, constituyen la oferta que unos jóvenes propusieron en 2017. Hay otras ofertas destinadas a trabajos más exigentes, repartiendo carga entre piernas y espalda en trabajos de transporte y distribución o estiba, permitiendo una distribución de las fuerzas de torsión y restableciendo equilibrio. Sillas biónicas que permiten descansar en momentos de espera o exoesqueletos destinados a trabajos que requieren trabajar de pie. Agregando brazos robóticos a nuestros dos brazos, controlados mediante sensores colocados en la parte inferior del cuerpo, con objeto de asistir tanto en la función del tacto, como en la de sujeción de objetos.
Ni que decir tiene que el desarrollo de robótica autónoma constituye uno de los campos mas prolíficos de la actualidad. Toda suerte de dispositivos bajo el manto de la Inteligencia Artificial, van avanzando, en muchas ocasiones con mas dificultades de las imaginadas, pero, en todo caso, en la dirección de confiar cada vez más en dispositivos externos capaces de llevar a cabo tareas, hasta ahora limitadas a los seres humanos. Las capacidades inteligentes de los dispositivos aventuran un escenario en el que muchas cosas son las que hay que cambiar, tanto a nivel funcional como legal, mental y organizativo, amén de responsabilidades que cambian de sujeto y objeto de la protección.
Hoy es difícil aventurar cual será la configuración interna y externa de los humanos del siglo XXII. Habrán muchas cosas, a las que no hayamos dado tiempo a la Evolución para desarrollar las capacidades y habilidades para hacer frente a las características del momento. Nos habremos adelantado con un escenario en el que el transhumanismo habrá tratado de hacerlo con elementos externos. Pero las fuerzas de la Naturaleza expresas en la Evolución no habrán dejado de actuar. No llego a concebir como resultaría un conflicto entre ambas. Sí imagino quien tiene las de ganar: seguimos en ello.
Los cambios que han acontecido con anterioridad han dejado huella: las muelas del juicio o el apéndice, hoy molestos, o los usos potenciales de los pies, en su día similares a las manos, o la formación de la denominada piel de gallina, o los pezones masculinos, anteriores a la diferenciación sexual, o el vello corporal, salvo las pestañas o las cejas, que protegen los ojos del sudor que proviene de la frente y las pestañas que nos protegen de posibles cosas que puedan alcanzar nuestros ojos o el cóccix, hueso formado por la unión de las vértebras inferiores de la columna vertebral, vestigio de una cola que debimos tener como ayuda de las extremidades. se suelen señalar entre los rastros que nos recuerdan que la Naturaleza agregó o eliminó opciones operativas en otro momento.
Sin duda, la parsimonia con la que actúa la Naturaleza no toma descanso, pese a que no sea fácilmente detectable que sigue en ello la evolución. En la actualidad se informa que se aprecia que cada vez hay un mayor número de humanos que exhiben una arteria extra en el brazo. Se trata de una arteria que se forma en las primeras semanas de vida del feto, que discurre por la parte central del brazo, que distribuye sangre a las manos y que sufre una regresión en torno a las ocho semanas de vida fetal. Emergen la dos arteria: la ulnar y la radial, que acaparan la función de aquélla. Ya se detectó su presencia en la década de 1880, con una prevalencia de un 10%, pero a finales del siglo XX se alcanzó un 30%. Esto supone un crecimiento notable.
La Dra Lucas, de la Universidad de Adelaida ha llevado a cabo minuciosos estudios del tema. En una muestra de 80 cadáveres, de Australia y de Europa, se advierte que la presencia de la arteria es cada vez más numerosa. Ya se piensa adscribir su presencia a una consecuencia de una mutación genética y no solo a problemas de salud de las madres gestantes. Se puede asociar a esta arteria unos antebrazos mas potentes y unos dedos más ágiles, aunque también puede tener como contrapartida una presión excesiva en el nervio mediano que permite la sensibilidad y el movimiento, en suma, de la muñeca y las partes de la mano, con síntomas como hormigueo, entumecimiento, etc. No se trata de una modificación evolutiva profunda, pero deja constancia de que no estamos exentos de elementos que evidencian que seguimos en ello.
Es decir, que el denominado transhumanismo, tiene un colaborador interior que no cesa en su trabajo y deja constancia de ello. Es así que no podemos dejar de pensar que el transhumanismo, que es ese movimiento, hoy muy de actualidad y cada vez con mayor presencia, que pretende que el ser humano incorpore elementos externos y supere sus límites actuales, tanto físicos como mentales. Básicamente, consiste en integrar tecnología a nuestro cuerpo y, en cada vez mayor medida lo vamos haciendo, aunque hasta ahora no le hayamos dado carta de naturaleza a las prótesis, cada vez mas usuales, internas o externas al cuerpo humano, aunque en muchos casos no le otorgamos esa categoría explícita.
Hay varias realizaciones que nos acercan al mundo transhumanista, como es la propuesta de agregar un tercer pulgar, que incorpora motores controlados mediante sensores en manos y pies bajo la conectividad Bluetooth y suponen una ampliación de las habilidades de las extremidades. Del mismo modo, los desarrollos de los exoesqueletos, como una respuesta a las necesidades de ciertas discapacidades motoras, permite desenvolverse sin necesidad de ayuda tanto como consecuencia de un trauma, como por las deficiencias motoras de la edad. En la propuesta conocida, una placa Arduino alimentada por una batería de 5.500 mAh y el motor de un limpiaparabrisas, constituyen la oferta que unos jóvenes propusieron en 2017. Hay otras ofertas destinadas a trabajos más exigentes, repartiendo carga entre piernas y espalda en trabajos de transporte y distribución o estiba, permitiendo una distribución de las fuerzas de torsión y restableciendo equilibrio. Sillas biónicas que permiten descansar en momentos de espera o exoesqueletos destinados a trabajos que requieren trabajar de pie. Agregando brazos robóticos a nuestros dos brazos, controlados mediante sensores colocados en la parte inferior del cuerpo, con objeto de asistir tanto en la función del tacto, como en la de sujeción de objetos.
Ni que decir tiene que el desarrollo de robótica autónoma constituye uno de los campos mas prolíficos de la actualidad. Toda suerte de dispositivos bajo el manto de la Inteligencia Artificial, van avanzando, en muchas ocasiones con mas dificultades de las imaginadas, pero, en todo caso, en la dirección de confiar cada vez más en dispositivos externos capaces de llevar a cabo tareas, hasta ahora limitadas a los seres humanos. Las capacidades inteligentes de los dispositivos aventuran un escenario en el que muchas cosas son las que hay que cambiar, tanto a nivel funcional como legal, mental y organizativo, amén de responsabilidades que cambian de sujeto y objeto de la protección.
Hoy es difícil aventurar cual será la configuración interna y externa de los humanos del siglo XXII. Habrán muchas cosas, a las que no hayamos dado tiempo a la Evolución para desarrollar las capacidades y habilidades para hacer frente a las características del momento. Nos habremos adelantado con un escenario en el que el transhumanismo habrá tratado de hacerlo con elementos externos. Pero las fuerzas de la Naturaleza expresas en la Evolución no habrán dejado de actuar. No llego a concebir como resultaría un conflicto entre ambas. Sí imagino quien tiene las de ganar: seguimos en ello.
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