Artículos Académicos
De nuevo insisto desde esta Columna sobre la problemática de los residuos orgánicos, y en concreto sobre los lodos generados en nuestras estaciones depuradoras después de tratar aguas urbanas), y su deseable valorización. En la Región de Murcia generamos 145.000 toneladas de lodo/año; pero, ¿qué hacemos con ellos? Por fortuna, las leyes ambientales europeas prohíben aspectos tan negativos como su vertido al mar, o su introducción masiva en vertederos (este último aspecto está restringido). Una posible alternativa sería la valorización agrícola de los lodos mediante su reciclado en los suelos como enmienda o fertilizante orgánico. Los lodos contienen una serie de macronutrientes como nitrógeno (debido a la naturaleza proteica del material), fósforo, así como otros micronutrientes necesarios para las plantas. Poseen además una buena cantidad de carbono orgánico, y por tanto de materia orgánica, útil para que nuestros suelos empobrecidos en dicha materia orgánica, incrementen su fertilidad y productividad. Esta valorización permitiría convertir un residuo en un recurso. Sin embargo no todo es positivo; los lodos de depuración también pueden contener (por suerte cada vez menos), algunos elementos que podrían afectar a su reciclado en los suelos (salinidad elevada, contenido en metales pesados, algunos orgánicos persistentes, microorganismos patógenos, o mal olor). Teniendo presente los aspectos positivos y negativos del problema, lo importante sería establecer criterios claros para decidir sobre su futuro. Si el uso de lodos en agricultura puede ser una salida racional para ellos, tiene que contar con un exhaustivo seguimiento y control del suelo receptor, estableciendo además ciertas premisas: qué tipo de lodos (calidad) pueden usarse; qué tipo de manejo debe ser empleado; y en qué condiciones se podrán emplear.
Europa no termina de legislar sobre el tema; no es clara tampoco nuestra posición a nivel estatal; y al final son las Comunidades Autónomas las que legislan con criterios muchas veces diferentes entre ellas. Las administraciones deberían ofrecer la mejor salida posible para los lodos de depuración (opción de uso agrícola directa; aplicación después de procesos de estabilización; o bien contemplar futuras opciones energéticas como la carbonización hidrotermal), sin tener en cuenta intereses sesgados que a veces se observan sobre esta problemática. Y sobre todo, las administraciones deberían tomar en consideración la investigación científica que durante años se ha realizado sobre el tema, y que permite adoptar soluciones con criterios nada aleatorios y cada vez más científicos y consistentes.