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null QUÍMICA Y AMOR

Ya comenté en mi anterior columna como nos afectan inevitablemente los calores y temperaturas. Así, tras la canícula de Agosto, el ambiente de Septiembre, todavía caluroso, ferial y previo a las aperturas de curso, no es propicio a profundas enjundias científicas; mas apropiados parece temas que, sin pérdida de nuestra habitual seriedad, sean aún joviales y refrescantes, y que relacionan las ciencias con lo cotidiano. Imbuido en esta sensación, busco un enfoque de este tipo para escribir mi columna, y lo encuentro en un titular de un suplemento semanal de este periódico: “Parejas con química”.

Está de moda decir que “entre Menganita y Fulanito hay buena química”. No se como ha pasado esta acepción a la prensa del corazón, pero he de reconocer que tiene su fundamento. Permítaseme comentarla contraponiendo la Física y la Química, ciencias hermanas pero a veces peleonas. Si decimos que la relación entre una pareja es “una cosa física”, sobran explicaciones; lo químico es otra cosa. En una reciente polémica entre los dos máximos gurús de la nanotecnología, Eric Drexler (físico-matemático) y Rick Smalley (químico, Premio Nobel 1996, descubridor de los fullerenos), mientras que el primero profetiza que futuros nano-robots podrán fabricar moléculas de manera mecánica, por mero contacto entre reactivos, Smalley replica, textualmente, ”que eso es tan imposible como conseguir que un chico y una chica se enamoren simplemente empujando a uno sobre el otro”.

Es bien sabido que en el mundo animal, al que pertenecemos, mínimas cantidades de ciertas moléculas, las ferormonas, son vehículos químicos de la seducción, y experimentos rigurosos han probado el carácter afrodisíaco de ciertas substancias.

Tecnicismos aparte, la Química más elemental maneja conceptos muy afines a las relaciones humanas: como los elementos se combinan, formando compuestos; como los compuestos reaccionan (o no) entre sí; como esas reacciones producen o consumen energía, y pueden ser casi instantáneas o tremendamente lentas. Científicos y sociedades están proponiendo que se divulguen estas ideas, que aproximan las ciencias químicas al público.

Ahora que la Química no es obligatoria ni en el BUP de Ciencias, y que en la Universidad encuentra la competencia de nuevas titulaciones de nuevo cuño e incierto futuro, y siendo momento de elegir asignaturas o incluso carreras, es buena ocasión para recomendar la Química. Puede servir para muchas cosas; entre ellas, para ligar.