Pensándolo bien...
La barrera hematoencefálica es un escudo protector que privilegia al cerebro al protegerlo contra las infecciones. Las dificultades que tienen los gérmenes para penetrar en el encéfalo lo aíslan de las infecciones. Sin embargo, hay algunos virus capaces de superar esa restricción. En ocasiones utilizan los nervios periféricos o provocan reacciones inmunitarias que hacen permeable a la barrera hematoencefálica. El resultado es que una vez ingresado en el cerebro, provocan encefalitis (inflamación).
La hipótesis amiloide sobre el Alzhéimer establece que una proteína amiloide beta se acumula formando placas en el cerebro. Hemos trabajado, durante un tiempo, en la formación de las placas de amiloide, analizando el tamaño de partículas mediante láser. La terapia de ataque se basa en la hipótesis de disolver las citadas placas. No ha habido ningún éxito, ni siquiera parcial: la progresiva pérdida de memoria es un hecho incontrovertible para los que padecen la enfermedad.
Hay que resaltar que es usual que cuando las hipótesis de trabajo no logran refrendo en las tesis conclusivas, la duda y las especulaciones no se dejan esperar. No se trata de sustituir viejos paradigmas, sino formular otros que pudieran ser efectivos. En el área en la que nos encontramos, siempre ha subyacido una idea, consistente en atribuir un origen viral o, al menos una componente de este tipo. En vista de la falta de resultados en la dirección de disolver las placas amiloides, se abrigan esperanzas, de nuevo, porque nunca se ha evidenciado nada, de que bien pudiera ser un virus el causante de la dolencia. En este caso, la hipótesis conlleva el examen del ADN con objeto de desvelar si hay diferencias genéticas. La forma práctica de hacerlo consiste en medir la cantidad de ARN mensajero en las distintas muestras de tejido. En los estudios desarrollados en Monte Sinai en Nueva York se dispuso de datos de 876 cerebros, incluyendo sanos y personas que habían sufrido Alzhéimer. En los análisis, los algoritmos de tratamiento de los datos apuntaban insistentemente a virus. Encontraron más ADN de virus en los pacientes de Alzhéimer que en los sanos. Y no solo eso, sino que buena parte del ADN coincidía con el del virus del herpes humano. Todavía más, en el tejido cerebral procedente de pacientes de Alzhéimer había mayor cantidad de ARN de virus, lo que se asociaba a síntomas clínicos de mayor gravedad.
Todos los estudios indicaron que podían estar implicados virus, al menos en el avance de la enfermedad. Claro, que encontrar mayor proporción de ARN vírico suponía bien que tenían que ver con el grado de avance de la enfermedad o las personas con alzhéimer eran más propensas a las infecciones víricas. Le genialidad de la investigación fue que crearon una especie de análoga molecular de una red social, ya que dispusieron los datos de ADN y ARN sobre un plano y establecieron las conexiones que pudieran influir. Era una forma de visualizar las interacciones. Aquello sirvió para identificar que los genes víricos son los que influían sobre los genes relacionados con el Alzhéimer. La conclusión permitía formular una hipótesis razonable en la que los virus podrían controlar el proceso de la enfermedad. No solo esto, sino que se identificó, también que había un micro ARN que contribuía a silenciar determinados genes, que era reprimida por uno de los ARN del virus del herpes humano, concretamente el VHH 6A. Cuando se trataron ratones transgénicos que no eran capaces de producir el microARN citado, los cerebros que encontraron tenían una mayor cantidad de placas amiloides.
Han transcurrido décadas con la sospecha de que en la enfermedad del Alzhéimer intervienen virus. Los del Herpes eran candidatos a ello. Estos virus permanecen la mayor parte del tiempo asintomáticos. El VHH 1 es el correspondiente al herpes labial. El VHH 6 es el que produce la fiebre de tres días a los niños y tras un acceso de fiebre les aparecen erupciones cutáneas. Casi todos los niños se contagian, pero solamente padecen la enfermedad unos pocos. La cuestión es que superan el 80% los lactantes infectados y esos virus junto a la cepa VHH 7 pueden superar la barrera hematoencefálica y las consecuencias son el padecimiento de meningitis
Se sospecha que el virus del Herpes accede al cerebro a través del nervio olfativo. Tras la calentura por la acción labial, por ejemplo, pero después de esto, permanece y se sitúa cerca de un ganglio nervioso. Queda aletargado, pero el estrés o los procesos inflamatorios pueden activarlo y a través de los nervios aferentes puede llegar al cerebro. Los virus son una parte del puzle. Al parecer, de todos los que lo han sufrido, algunos desarrollan la enfermedad del Alzhéimer
Las placas de amiloide beta son la consecuencia de la defensa del sistema inmunitario, dado que investigadores, como Moir en 2018, han encontrado que atrapan al virus. Otra cosa es que las fibras tau maten a las neuronas. El resultado es una especie de reacciones concertadas que acaban fulminando a las neuronas, lo que coincide con los síntomas del Alzhéimer. Los prejuicios también se dan en el mundo científico. Esperemos que la objetividad se abra paso, en un tema tan controvertido como éste. En suma, los virus se constituyen en protagonistas de los escenarios más delicados de la existencia humana. Probablemente, no les hemos dado la importancia que tienen y la dependencia de su actividad de la Humanidad. Auténticos enemigos invisibles, en esa lucha por la existencia, cuya lógica está por ver, en todo caso por comprender.
La hipótesis amiloide sobre el Alzhéimer establece que una proteína amiloide beta se acumula formando placas en el cerebro. Hemos trabajado, durante un tiempo, en la formación de las placas de amiloide, analizando el tamaño de partículas mediante láser. La terapia de ataque se basa en la hipótesis de disolver las citadas placas. No ha habido ningún éxito, ni siquiera parcial: la progresiva pérdida de memoria es un hecho incontrovertible para los que padecen la enfermedad.
Hay que resaltar que es usual que cuando las hipótesis de trabajo no logran refrendo en las tesis conclusivas, la duda y las especulaciones no se dejan esperar. No se trata de sustituir viejos paradigmas, sino formular otros que pudieran ser efectivos. En el área en la que nos encontramos, siempre ha subyacido una idea, consistente en atribuir un origen viral o, al menos una componente de este tipo. En vista de la falta de resultados en la dirección de disolver las placas amiloides, se abrigan esperanzas, de nuevo, porque nunca se ha evidenciado nada, de que bien pudiera ser un virus el causante de la dolencia. En este caso, la hipótesis conlleva el examen del ADN con objeto de desvelar si hay diferencias genéticas. La forma práctica de hacerlo consiste en medir la cantidad de ARN mensajero en las distintas muestras de tejido. En los estudios desarrollados en Monte Sinai en Nueva York se dispuso de datos de 876 cerebros, incluyendo sanos y personas que habían sufrido Alzhéimer. En los análisis, los algoritmos de tratamiento de los datos apuntaban insistentemente a virus. Encontraron más ADN de virus en los pacientes de Alzhéimer que en los sanos. Y no solo eso, sino que buena parte del ADN coincidía con el del virus del herpes humano. Todavía más, en el tejido cerebral procedente de pacientes de Alzhéimer había mayor cantidad de ARN de virus, lo que se asociaba a síntomas clínicos de mayor gravedad.
Todos los estudios indicaron que podían estar implicados virus, al menos en el avance de la enfermedad. Claro, que encontrar mayor proporción de ARN vírico suponía bien que tenían que ver con el grado de avance de la enfermedad o las personas con alzhéimer eran más propensas a las infecciones víricas. Le genialidad de la investigación fue que crearon una especie de análoga molecular de una red social, ya que dispusieron los datos de ADN y ARN sobre un plano y establecieron las conexiones que pudieran influir. Era una forma de visualizar las interacciones. Aquello sirvió para identificar que los genes víricos son los que influían sobre los genes relacionados con el Alzhéimer. La conclusión permitía formular una hipótesis razonable en la que los virus podrían controlar el proceso de la enfermedad. No solo esto, sino que se identificó, también que había un micro ARN que contribuía a silenciar determinados genes, que era reprimida por uno de los ARN del virus del herpes humano, concretamente el VHH 6A. Cuando se trataron ratones transgénicos que no eran capaces de producir el microARN citado, los cerebros que encontraron tenían una mayor cantidad de placas amiloides.
Han transcurrido décadas con la sospecha de que en la enfermedad del Alzhéimer intervienen virus. Los del Herpes eran candidatos a ello. Estos virus permanecen la mayor parte del tiempo asintomáticos. El VHH 1 es el correspondiente al herpes labial. El VHH 6 es el que produce la fiebre de tres días a los niños y tras un acceso de fiebre les aparecen erupciones cutáneas. Casi todos los niños se contagian, pero solamente padecen la enfermedad unos pocos. La cuestión es que superan el 80% los lactantes infectados y esos virus junto a la cepa VHH 7 pueden superar la barrera hematoencefálica y las consecuencias son el padecimiento de meningitis
Se sospecha que el virus del Herpes accede al cerebro a través del nervio olfativo. Tras la calentura por la acción labial, por ejemplo, pero después de esto, permanece y se sitúa cerca de un ganglio nervioso. Queda aletargado, pero el estrés o los procesos inflamatorios pueden activarlo y a través de los nervios aferentes puede llegar al cerebro. Los virus son una parte del puzle. Al parecer, de todos los que lo han sufrido, algunos desarrollan la enfermedad del Alzhéimer
Las placas de amiloide beta son la consecuencia de la defensa del sistema inmunitario, dado que investigadores, como Moir en 2018, han encontrado que atrapan al virus. Otra cosa es que las fibras tau maten a las neuronas. El resultado es una especie de reacciones concertadas que acaban fulminando a las neuronas, lo que coincide con los síntomas del Alzhéimer. Los prejuicios también se dan en el mundo científico. Esperemos que la objetividad se abra paso, en un tema tan controvertido como éste. En suma, los virus se constituyen en protagonistas de los escenarios más delicados de la existencia humana. Probablemente, no les hemos dado la importancia que tienen y la dependencia de su actividad de la Humanidad. Auténticos enemigos invisibles, en esa lucha por la existencia, cuya lógica está por ver, en todo caso por comprender.
© 2023 Academia de Ciencias de la Región de Murcia