Columnas

null Pandemonio de pandemias

Parece irónico que las entidades biológicas más pequeñas y sencillas, los virus y las bacterias, pongan en continuo riesgo a la figura más compleja de la evolución, que es la especie humana. La pandemia de coronavirus que nos asola es un claro ejemplo de ello. Como otras epidemias globales del pasado, esta situación puede convertir la vida humana en un verdadero pandemonio. El hombre siempre ha estado bajo la letal influencia de patógenos invisibles cuya acción ha modelado muchos episodios de la trayectoria humana. De hecho, el reconocimiento de su existencia como causa de enfermedad y su posterior control por quimioterapia o vacunación representa una de las aportaciones científicas más determinantes del aumento de la vida media del hombre. La relevancia de lo pequeño parece implícita en lo expresado por conocidos personajes tan dispares como Pasteur («…los microbios tendrán la última palabra») o el escritor Saint-Exupery («…lo más importante es invisible»).

La primera pandemia con referencias escritas fue la llamada peste de Justiniano del año 541Esta plaga supuso el debilitamiento del Imperio Bizantino y marcó tanto el ocaso de la Antigüedad como el advenimiento de la Edad Media. La misma peste despertó ocho siglos más tarde y asoló Europa a mediados del siglo XIV bajo la forma de «peste negra», que redujo la población europea a la mitad contribuyendo así al fin del sistema feudal. Fue por entonces cuando Boccaccio escapó de la desolación y la muerte retirándose a una villa alejada de Florencia con diez jóvenes para escribir El Decamerón. Otro brote de peste en el siglo XVII obligó asimismo a Newton a abandonar Londres, y durante su retiro en Lincolnshire (tal vez bajo un árbol) intuyó la famosa ley de la gravedad que enunciaría en sus Principios Matemáticos de la Filosofía Natural.

La viruela, hoy erradicada, se paseó durante siglos por Europa desfigurando a millones de personas y se expandió masivamente por el Nuevo Mundo, mientras el sarampión acabó también con millones de afectados antes de la administración generalizada de la vacuna. En el siglo pasado, la eclosión de la gripe de 1918 en plena primera Guerra Mundial, y de la gripe asiática en 1957, así como la más reciente pandemia del SIDA, son otros ejemplos singulares que jalonan el continuo acecho de los microbios patógenos al hombre. Queda la esperanza de que los repetidos aislamientos en la actual pandemia generen creaciones como las de Boccaccio o Newton.