Artículos Académicos
La nanotecnología está de moda. Es una ciencia aplicada cuyos principios se establecen a nivel atómico o molecular. Sin embargo, su estrategia básica no es tan nueva como parece. La evolución biológica ya la inventó hace millones de años y apareció con el origen mismo de las primeras formas de vida. Muchos procesos modernos emplean microorganismos modificados, no sólo en la industria sino en diseños insospechados. Un trabajo reciente desarrollado en la Universidad de Temple, en Filadelfia, demuestra que las levaduras se pueden emplear con garantía como sensores para la detección de explosivos. El método ya ha sido probado con éxito para detectar dinitrotolueno (DNT), un componente de los explosivos más utilizados en atentados terroristas y en minas antipersona. Se propone usar las levaduras para “olfatear” y localizar esta sustancia, facilitando así la prevención y desactivación de posibles explosiones. Las levaduras son microorganismos empleados en la obtención del pan, el vino y la cerveza, y deberíamos agradecer su actividad por hacer posible esos preciados productos. Pero su empleo como potenciales rastreadores de DNT y sustancias relacionadas, amplía la deuda de gratitud que tenemos con estos pequeños organismos. Los investigadores americanos clonaron genes que codifican los receptores olfativos de roedores con capacidad olfativa muy notable (ratas y ratones), y los expresaron en levaduras. Es decir, incorporaron los receptores en la membrana de las levaduras, y seleccionaron después aquellas que contenían los específicos para DNT. Tales células, convertidas en una especie de narices muy sensibles a la presencia DNT, se alteraron además para que presentaran un color verde fluorescente cuando ocurriera la unión entre el receptor y una molécula de DNT en el ambiente. Esto abre aplicaciones potenciales sin precedentes, pues permite disponer de registros con sensibilidad y selectividad exquisitas. Los mismos principios de ingeniería genética se pueden aplicar a la búsqueda de otras sustancias, convirtiendo así a los microorganismos del tipo de las levaduras en buscadores de oro o en detectores de drogas. Basta poner en contacto una muestra sospechosa con levaduras modificadas que hayan adquirido los oportunos receptores para revelar la presencia o ausencia de lo que se intenta detectar mediante la simple observación del color de las células al microscopio. Toda una maravilla de la nanotecnología biológica, barata y eficaz.