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La longitud y el tiempo son dos magnitudes fundamentales en física (junto con la masa, la carga o la temperatura, entre otras), a partir de las cuales se expresan las magnitudes derivadas, tales como el volumen (longitud al cubo), la densidad (masa dividida por longitud al cubo) o la velocidad (longitud dividida por tiempo). El espacio (que viene a ser un sinónimo de longitud) y el tiempo, posiblemente sean las variables más empleadas en el tratamiento matemático de los fenómenos físicos. Se usan con profusión para determinar dónde (el espacio) y cuándo (el tiempo) sucede algún proceso físico. También se emplea el espacio para medir la distancia entre dos puntos, y el tiempo para conocer la duración de un suceso.
En física abundan los ejemplos de fenómenos cuya dependencia con el espacio y con el tiempo ponen de manifiesto que cuanto más alejado se esté de la causa, menos se notará su efecto. El caso paradigmático es la ley de la gravitación universal, donde la fuerza gravitatoria ejercida en un lugar por un objeto masivo disminuye como la inversa del cuadrado de la distancia entre ese lugar y el objeto masivo. Esto quiere decir que, si en un lugar se nota un efecto determinado, al alejarnos el doble, se reducirá a la cuarta parte dicho efecto. Y si la distancia de alejamiento es diez veces la original, el efecto habrá disminuido hasta la centésima parte.
La temperatura que alcanza un cuerpo a causa de un foco de calor (el Sol o una hoguera, por ejemplo) es otro ejemplo en que el resultado disminuye al alejarse de la causa. La denominada ecuación del calor se emplea para describir matemáticamente la temperatura de un cuerpo en función de su distancia al foco de calor y, también, del tiempo que el cuerpo está expuesto al calor, ya que, en este caso, la duración de la exposición desempeña un importante papel. Los resultados que se obtienen confirman la disminución del efecto (aumento de temperatura del cuerpo expuesto) cuanto mayor es la distancia de separación (lo que ya se había mencionado para la interacción gravitatoria, aunque ahora la dependencia funcional con la distancia será diferente) y menor es el tiempo de exposición. Los efectos del sonido sobre la audición constituyen otro ejemplo familiar en que más distancia y menos tiempo de exposición conllevan menos lesiones en el individuo expuesto al sonido.
Tras esta muestra de situaciones en que las consecuencias de aumentar la separación respecto de la causa y reducir el tiempo de exposición conducen a una disminución de los efectos, espero que estas Navidades todos seamos conscientes de que más espacio y menos tiempo entre familiares y amistades implican mayor seguridad sanitaria y, por tanto, más esperanzas para superar con éxito esta pandemia.