Pensándolo bien...

null MÉTRICAS PARA UN NUEVO TIEMPO

La transición hacia lo desconocido ha sido una constante en la historia de la humanidad. Cada época trae consigo cambios que desafían las estructuras establecidas, impulsando a individuos y sociedades hacia nuevas formas de pensamiento, acción y convivencia. Este proceso de adaptación, sin embargo, no es inmediato ni sencillo. Existe una inercia inherente al ser humano, un fenómeno psicológico y cultural que actúa como resistencia frente a lo nuevo.

La inercia, en el contexto de la adaptación humana, puede definirse como la tendencia a mantener el statu quo ante la aparición de nuevas circunstancias. Esta resistencia al cambio tiene raíces profundas en la psicología humana, donde el miedo a lo desconocido y la comodidad encontrada en lo familiar juegan papeles cruciales. Desde una perspectiva evolutiva, esta tendencia tiene sentido; los entornos conocidos ofrecen un grado de seguridad y previsibilidad que los entornos desconocidos no pueden garantizar. Sin embargo, en un mundo que cambia a un ritmo acelerado, la capacidad de adaptarse rápidamente a nuevas realidades se convierte en una habilidad esencial para la supervivencia y el éxito.

Varios factores contribuyen a la inercia frente a los cambios, incluyendo el miedo al fracaso, la pérdida de identidad y la sobrecarga de información. El miedo al fracaso es particularmente paralizante, ya que impide tomar riesgos que podrían llevar a mejoras significativas en la vida personal o profesional. La pérdida de identidad refleja la preocupación por cómo los cambios pueden alterar nuestra percepción de nosotros mismos y cómo nos perciben los demás. Finalmente, la sobrecarga de información puede llevar a la parálisis por análisis, donde la cantidad de opciones y la rapidez de los cambios hacen que sea difícil tomar decisiones informadas.

Para superar la inercia y adaptarse con éxito a los nuevos tiempos, es fundamental desarrollar una mentalidad de crecimiento. Esto implica ver los cambios no como amenazas, sino como oportunidades para aprender y crecer. La educación continua, la flexibilidad mental y la apertura a nuevas experiencias son claves en este proceso. Además, fomentar la resiliencia, la capacidad de recuperarse de los fracasos y verlos como parte del camino hacia el éxito, puede ayudar a disminuir el miedo al fracaso. El apoyo social también juega un papel crucial en la superación de la inercia. Las redes de apoyo pueden ofrecer la motivación y el ánimo necesarios para enfrentar los desafíos del cambio. En el ámbito organizacional, las culturas que promueven la innovación y el aprendizaje continuo pueden facilitar la adaptación a las nuevas realidades del mercado.

Un área de especial incidencia en la actualidad de la Inteligencia Artificial es la Química y la Ciencia de materiales. Uno de los objetivos a mejorar son los laboratorios, dotándolos de autonomía con objeto de incrementar la capacidad de investigación y facilitar el descubrimiento de nuevos aspectos o materiales. Tengo ante mi vista las tremendas imágenes, en directo, del pavoroso incendio que está aterrando a propios y extraños acaecido en Valencia. No cabe duda de que los materiales y modernas formas de construcción están tras la increíble velocidad de propagación del fuego. La seguridad no puede verse afectada por le economía de producción. Hay que empeñarse en la exigencia de que no solo el rendimiento es el elemento determinante, sino que las nuevas tecnologías deben aportar no solo nuevas formas de funcionar incluso de forma autónoma, sino que la seguridad en la producción debe ser el elemento productivo limitante.

Ilustración construida con ChatGPT con DALL-E del concepto de inercia humana como fenómeno psicológico y cultural, simbolizando la resistencia a nuevas experiencias y cambios.

El descubrimiento de nuevas moléculas, materiales y procesos de fabricación se ve afectado por la incursión de la Inteligencia Artificial. Ya se aprecian sus aportaciones. Emergen los laboratorios autodirigidos. Lo cierto y verdad es que a efectos de métrica precisamos de un marco para la comparación entre las alternativas, con objeto de identificar las ventajas y comprender como abordar el uso de las alternativas tecnológicas. No parece que la eficiencia sea fácil de enmarcar, ni siquiera sea de fácil definición, aun cuando puede ser la métrica más significativa. Siempre está sumergido el rendimiento en sus diferentes formas de valoración.

La referencia de la conducción autónoma introduce referencias de interés como son: autonomía del proceso, vida útil, rendimiento, reproducibilidad, materiales, completitud paramétrica del sistema, eficacia y eficiencia. Compendiar estas métricas no es fácil ni la tarea de establecer una escala común es simple. El grado en el que los usuarios tienen que orientar el sistema da una idea global de la capacidad de autonomía; el tiempo que el sistema es capaz de actuar de forma autónoma sin la intervención del humano está relacionado con el grado de autonomía y lo cuantifica temporalmente; el tiempo invertido en realizar el proceso nos indica el rendimiento temporal, que es otro aspecto decisivo en un proceso productivo; la reproducibilidad, característica científica por excelencia perfila la precisión con la que se lleva a cabo la componente experimental; los materiales tanto cualitativamente como cuantitativamente, incide en algunas de las métricas y en aspectos se seguridad, que deben incorporarse como métrica de especial relevancia, en todo caso; el grado de completitud paramétrica es un indicador de la inclusión de las variables del proceso y la capacidad de inclusión de las mismas por el sistema, imprescindible para que el sistema refleje con garantía el proceso en el que se desenvuelve; la eficacia indica la capacidad de optimización del proceso. Finalmente, como indicamos anteriormente, la eficiencia exige, como los otros, referencia comparativa y mientras no haya una inspiración más afortunada, el muestreo aleatorio puede ser la referencia a considerar. Estas nuevas métricas ofrecen mejores referencias de valoración para la incorporación de la IA a los procesos implicados en la investigación o en el sistema productivo.

Ciertamente, la resistencia a la incorporación de nuevos métodos, nuevas formas o nuevas alternativas, una vea sobrepasada la etapa inicial en que la novedad enmascara los aspectos que se visualizan, inicia la andadura a través de un detallado escenario en el que se trata de producir resultados fiables y reproducibles que aprovechen, en este caso, la potencialidad que agrega la IA en las esferas en las que se incorpora.

Así pues, la inercia frente a los cambios es una característica inherente al ser humano, pero no es insuperable. Reconociendo las causas subyacentes de esta resistencia y adoptando estrategias enfocadas en la mentalidad de crecimiento, la resiliencia y el apoyo social, individuos y sociedades pueden navegar con éxito los mares turbulentos de la modernidad. En última instancia, la capacidad de adaptarse a nuevos tiempos no solo es esencial para la supervivencia, sino que también es una fuente de enriquecimiento personal y colectivo. La historia humana es un testimonio de nuestra capacidad para superar desafíos y aprovechar las oportunidades que surgen con el cambio, demostrando que, aunque la inercia sea un obstáculo inicial, no es un límite para nuestro potencial de crecimiento y evolución.

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