Columnas
En 1767 Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de las tierras de la Corona de España, “usando la suprema autoridad que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis vasallos y respeto a mi Corona”. Una buena proporción de los expulsados de la España peninsular acabaron refugiados en los Estados Pontificios. Allí coincidieron tres “expulsos”, como se les llamaba en la época, respectivamente Juan Andrés, Lorenzo Hervás y Antonio Eximeno, que pusieron en marcha una de las más grandes, y más injustamente olvidadas, epopeyas intelectuales hispánicas, lo que se ha dado en llamar la “Escuela Universalista Española del siglo XVIII”. El autor de estas líneas no tuvo conocimiento de la misma sino a través de una exposición montada en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense en 2017, con ocasión del bicentenario de la muerte de Juan Andrés.
Las hazañas intelectuales del trío antes señalado son literalmente asombrosas. Juan Andrés (1740-1817) construyó una Historia Universal Comparada de las Letras y de las Ciencias, ahí es nada. Lorenzo Hervás (1735-1809) hizo lo propio con la Lingüística, y Antonio Eximeno (1729-1808) propuso un concepto universal de la Música como arte y como expresión. Estos representantes tardíos de la Ilustración aceptan de dicho movimiento el empirismo científico y la orientación historiográfica, pero se mantienen al margen de la Enciclopedia. El conjunto de su obra es, sencillamente, ciclópeo. ¿Qué ha sido de todo ello? Pues, ha sufrido el mismo destino de los “novatores” valencianos, de las contribuciones astronómicas de Jorge Juan, de la metalurgia de Alonso Barba, o de los avances médicos de los catalanes Gaspar Casal o Antoni Gimbernat, por no salirnos del XVIII: el olvido y la incuria. Si, al par de modesta, la ciencia española no es víctima de una maldición peculiar, desde luego que lo parece.
Y, sin embargo, los universalistas no pasaron desapercibidos para sus contemporáneos, particularmente en la América hispana. Entre los seguidores de dicha corriente cabe señalar al botánico Antonio José de Cavanilles, precursor del ordenamiento de los recursos naturales y del desarrollo sostenible, a Francisco Javier Clavijero, iniciador del indigenismo mejicano, al chileno Juan Ignacio Molina, catedrático en Bolonia, y tantos otros. Pero debemos destacar especialmente al médico y botánico gaditano José Celestino Mutis, director de la Real Expedición Botánica al Reino de Nueva Granada (actuales Colombia, Venezuela, Ecuador…).
En 1801, y en [Santa Fe de] Bogotá, tuvo lugar un encuentro de la mayor trascendencia, entre Mutis y… nada menos que Alexander von Humboldt, el padre de la geografía universal. Pero esa es otra historia.