Artículos Académicos
Desde su aparición en la Tierra el hombre se ha ido familiarizando con los minerales y rocas que encontraba en su entorno relacionados con sus costumbres y formas de vida. Las divisiones de la Prehistoria coinciden con el empleo de rocas y metales y el desarrollo de una primitiva metalurgia permitió recuperar metales nobles (oro y plata) y otros necesarios para la fabricación de armas, como hierro, cobre y zinc. En cuanto a su relación con la salud, han debido pasar miles de años para conocer el grado de peligrosidad que conlleva su explotación y la normativa legal desarrollada al respecto es relativamente reciente. La mayoría son inocuos y otros son peligrosos para el organismo, aunque se puede hacer una excepción especial con el talco, ampliamente usado en la atención infantil. Es curioso que la mayor parte de la gente emplee de forma incorrecta el término de minerales aplicado a la salud humana, ya que se trata en realidad de elementos químicos en forma de combinaciones inorgánicas u orgánicas procedentes de los diversos alimentos que ingerimos. Estos elementos se agrupan en mayoritarios (calcio –elemento biodisponible indispensable para la vida- fósforonecesario para el desarrollo físico e intelectual- sodio, potasio, cloro y magnesio – esenciales en varios procesos fisiológicos-, azufre –necesario en el hígado, pelo y uñasy minoritarios o trazas (hierro, cobre, zinc, manganeso, yodo, molibdeno, selenio– esencial en los procesos de infertilidad y envejecimiento-, flúor, bromo, azufre, cromo, cobalto, silicio, boro y litio). Cada uno de estos elementos juega un papel muy importante en numerosos procesos fisiológicos y bioquímicos que se desarrollan en nuestro cuerpo. Su carencia o exceso puede ser la causa de importantes trastornos. La peligrosidad real de muchos minerales es bien conocida desde el comienzo de la era industrial y es la causa de diversas enfermedades profesionales. Destacan el cuarzo, con una incidencia directa en la silicosis, los asbestos (anfíboles fibrosos) que producen la terrible asbestosis, el carbón (generación de lluvia ácida, envenenamiento por arsénico y el peligroso gas grisú) y en los núcleos de población más industrializados el peligro más importante se relaciona con elementos de toxicidad muy elevada, tales como plomo, arsénico, mercurio y cadmio, que en general se encuentran en concentraciones superiores a las admisibles, así como la acumulación de residuos radiactivos procedentes de las centrales nucleares y que mantendrán contaminado el medio ambiente durante muchísimas décadas. El balance final entre minerales y salud humana, es por desgracia muy negativo para nosotros.