Columnas

null LONGEVIDAD, NUTRICIÓN Y GENÉTICA

Dice un refrán popular “de hambre a nadie vi morir; de mucho comer, cien mil”. La frase resume la experiencia de muchos años, según la cual el consumo de alimentos en exceso acorta la vida. Este sentir general ya había sido refrendado en los laboratorios al observar que los nutrientes bajos en calorías alargan la vida de hongos, gusanos y ratas. Hasta ahora, los beneficios de una dieta pobre en calorías se habían atribuido al menor desgaste metabólico, con la consiguiente reducción de radicales libres y del daño celular producido por ellos. Pese a los datos que relacionaban la naturaleza de la dieta y la mayor supervivencia, se desconocía la base molecular de esa relación.

Recientemente se han aportado pruebas que ligan la longevidad, el aporte nutricional y la genética. Por un lado, se ha descubierto que la proteína Sir2, un miembro de la familia de las sirtuinas, aumenta la vida de levaduras y gusanos; por otro, que en ratones alimentados un año con una dieta pobre en calorías aumenta el nivel de SIRT1, una proteína semejante a la Sir2 de hongos y gusanos. Puesto que la proteína SIRT1 activa un factor esencial para la reparación del ADN y para prevenir la muerte de las células (apoptosis), se piensa que la mayor cantidad de SIRT1 evita la destrucción de las células en general, incluidas aquéllas que no se pueden reemplazar cuando desaparecen. Cuanto mayor es la cantidad de proteína SIRT1 mayor es la duración de las células irreemplazables, un fenómeno que se relaciona estrechamente con la supervivencia de los organismos.

Además, considerando que los ratones delgados sobreviven más tiempo que los obesos, se ha visto que en ratones alimentados con dietas pobres en calorías, la proteína SIRT1 activa la expresión de los genes implicados en la pérdida de grasa y reprime la de aquellos otros que facilitan su acumulación. La sobreproducción de SIRT1 en los adipocitos (células del tejido adiposo) disminuye la cantidad de grasa. Parece que el adipocito es el sitio donde la restricción de calorías se convierte en la señal de supervivencia.

Por tanto, el consumo de alimentos con pocas calorías, no sólo previene la obesidad y sus graves efectos sino que además favorece la longevidad. Sirva esta columna para reflexionar sobre los hábitos alimentarios, no tanto para alargar nuestra existencia como para vivirla con plenitud y de manera saludable.