Artículos Académicos

null Ley de Moore

Hace cuarenta años que Gordon Moore, de la compañía Intel, publicó la famosa ley que lleva su nombre y que dice que el número de transistores que componen un dispositivo electrónico se duplica cada dos años. La experiencia ha demostrado la validez de dicha ley hasta hoy en día, y todo parece indicar que se seguirá verificando durante al menos otra década. La fenomenal progresión geométrica que implica dicha ley ha revolucionado la tecnología, la economía y nuestra propia forma de vivir. Dos grandes hitos han contribuido de forma especial a hacer posible la ley de Moore: el invento del transistor y el del circuito integrado. Este último dispositivo consiste en una base de silicio sobre la que se crecen complejas y delgadas estructuras de metal y de óxido de silicio por técnicas litográficas. El conjunto actúa como un inmenso entramado de transistores. El tamaño característico de cada uno de los transistores que componen un circuito integrado ha ido decreciendo drásticamente y en la actualidad es de 35 nanómetros (un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro). Dentro de una década, se espera que dicho tamaño haya disminuido hasta los 10 nanómetros, que prácticamente habrá de marcar el límite de la tecnología actual. La disminución en tamaño de las componentes de un circuito implica, además de un ahorro energético, un aumento de la velocidad a la que puede operar. El familiar crecimiento en el número de gigahercios de nuestros ordenadores es consecuencia de la disminución en el tamaño de sus componentes elementales. Nos hemos adaptado de tal manera al aumento sistemático de la capacidad de los ordenadores que es impensable un estancamiento en sus prestaciones, por lo que se dedican grandes recursos en la investigación de nuevas tecnologías capaces de sustituir, llegado el momento, a la actual del silicio. Entre los candidatos mejor situados a tomar el relevo se encuentran la espintrónica, la integración de la microelectrónica con la óptica y los ordenadores cuánticos. La espintrónica maneja el espín del electrón en vez de su carga. La óptica podría servir para interconectar cientos de direcciones electrónicas a través de una única vía óptica, con gran capacidad de transporte de información. Por último, los ordenadores cuánticos posee una lógica muy distinta de la de los actuales ordenadores, están todavía en una fase incipiente y no está claro qué tecnología será la más efectiva para su implementación.