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null Las sinfonías del ADN

Cuando a Rafael El Gallo le presentaron al filósofo Ortega y Gasset, el torero preguntó quién era aquel señor «con pinta de estudiao». Al enterarse del contenido de su profesión El Gallo respondió estupefacto «…hay  gente pa tó». En realidad es cierto que hay gente para todo. Incluso para ponerle música al ADN.

La música del ADN puede expresarse de varias formas pero, en esencia, se basa en convertir a notas musicales la secuencia específica de las bases presentes en los genes. Como sabemos, en los nucleótidos que forman la estructura del ADN puede haber cuatro tipos de bases diferentes (adenina, timina, guanina y citosina) y la presencia de una u otra base en la secuencia de un gen determinado le confiere identidad genética. Así, por ejemplo, el gen de la insulina tiene una secuencia de bases que es distinta de la de otros genes y la sinfonía que puede generar es también única.

La unidad de información genética se denomina codon, y está formado por el triplete de tres bases adyacentes en la secuencia del ADN. Con 4 bases diferentes (A,T,G,C) se pueden formar 64 tripletes alternativos y cada codon puede dirigir la incorporación de un aminoácido determinado a una proteína, ser funcionalmente repetitivo, o indicar el inicio de síntesis de la proteína o la parada de la misma. El ADN transmite ese código de bases al ARN que actúa como una cinta transportadora de información.  En analogía con un lector de radiocasete, la cinta de ARN pasa a través de un ribosoma (que sería como el cabezal magnético del radiocasete), y allí las notas que produce son aminoácidos y la música resultante es una proteína.

Siguiendo las reglas de expresión génica, los diferentes codones o tripletes de bases se pueden convertir en notas musicales, o en indicaciones para cada pieza musical (gen). La escala musical básica tiene 7 notas, más 5 con bemoles y sostenidos y, como el caso del código genético (con 64 codones para unos veinte aminoácidos), hay codones que dan la misma nota musical, mientras otros pueden marcar señalizaciones musicales adicionales (silencio, inicio, terminación, da capo, compás…etc). Esta conversión a audio de la información contenida en el código de bases se denomina sonorización del ADN y permite detectar auditivamente mutaciones génicas por alteración de la partitura original. Versiones musicales de algunos genes están disponibles en internet. Coincidimos con El Gallo en que «hay gente pa tó».