Columnas
El pasado mes de agosto la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la viruela del mono como una emergencia de salud pública internacional debido a la aparición de esta enfermedad fuera de los países centroafricanos donde estaba focalizada como epidemia, y a nuevos casos en Europa. Curiosamente, sin embargo, la existencia del virus de la viruela del mono se detectó por primera vez, no en África, sino en Dinamarca en 1958 en una colonia de monos utilizados para investigación. El primer caso en humanos ocurrió en 1970 en el Congo, desde donde se ha iniciado ahora la dispersión. La viruela del mono es una enfermedad infecciosa causada por un poxvirus.
Los poxvirus son los virus animales de mayor tamaño conocido, con un genoma muy grande formado por ADN de doble cadena. Su estructura recuerda a una hamburguesa, con el ADN en el interior, rodeado por dos envolturas bicóncavas de proteínas y lípidos denominadas cuerpos laterales. Contienen una transcriptasa viral que, a diferencia de otros muchos virus, permite que su multiplicación ocurra en el citoplasma de las células infectadas y no en el núcleo, donde otros virus van a buscar una transcriptasa celular para formar ARNs mensajeros. Los poxvirus no necesitan hacer ese viaje intracelular.
Hay poxvirus específicos para el hombre, los primates, los roedores, las vacas, las ovejas, cabras, aves (como canarios, palomas y pavos), los conejos (donde originan la mixomatosis) y hasta para los insectos (entomopoxvirus). Los recientes casos de poxvirus del mono en humanos ejemplifican que pequeñas mutaciones pueden favorecer el salto de especie. El virus de la viruela del mono es similar al de la viruela humana pero menos grave. Sin embargo, con el recuerdo aún cercano de la pandemia Covid-19 entre la población, la reciente declaración de la OMS ha despertado nuevas alarmas.
A finales de 1979 la OMS declaró erradicada la viruela humana gracias a una extensa campaña de vacunación a nivel mundial que hizo innecesaria la posterior vacunación frente a esta enfermedad por desaparición del virus causante (el último caso afectó a un cocinero de Somalia). La vacuna producía entonces una cicatriz duradera de por vida en el lugar de inoculación; se hacía en el antebrazo en el hombre y, por motivos estéticos, en el muslo en las mujeres. Como todos los poxvirus comparten algunos antígenos comunes, quienes en décadas anteriores recibieron esa vacunación contra la viruela humana pueden presentar inmunización parcial contra la viruela del mono.