Columnas
Los elementos más importantes de las estructuras celulares de todos los seres vivos están formados por proteínas y carbohidratos. A su vez, las proteínas están formadas por aminoácidos y los carbohidratos por azúcares. Curiosamente, en nuestro planeta los aminoácidos de las proteínas tienen una configuración molecular levógira, es decir, se orientan espacialmente como si miraran a la izquierda (L-aminoácidos). En cambio, los azúcares de los carbohidratos, e incluso los presentes en los ácidos nucleicos, tienen una configuración dextrógira (D-azúcares). No se sabe la razón biológica por la que se ha establecido esta elección, pero el origen de esta dualidad de configuraciones se remonta a las primeras etapas de la aparición de la vida sobre la Tierra. Si en otros planetas existiera vida, no resulta inconcebible imaginar que ocurriera lo contrario en las moléculas de esos organismos.
Hace meses un equipo internacional de investigadores planteó en la revista científica Science una cuestión interesante sobre la posibilidad de construir células con una disposición molecular alternativa a la de los aminoácidos y azúcares naturales. Esto daría origen a nuevos seres con proteínas y carbohidratos cuya orientación molecular estaría invertida respecto a las normalmente presentes en los sistemas vivos terráqueos. En definitiva, obtendríamos organismos que serían como imágenes de los sistemas existentes pero reflejadas en un espejo. En concreto, se ha abordado la cuestión de construir bacterias simétricas a las ahora existentes a base de integrar proteínas y carbohidratos formadas con eslabones de D-aminoácidos y L-azúcares, es decir, en disposición invertida. Se ha resaltado que tal objetivo plantearía serios riesgos porque, entre otras cuestiones, los sistemas de defensa no actuarían de modo eficaz frente a estas imágenes especulares, con el consiguiente peligro para nuestra supervivencia. Además, se alterarían los equilibrios ecológicos establecidos tras una larga evolución biológica.
De momento, estos logros pueden ser quiméricos. Esas nuevas células tendrían que depender de aminoácidos y azúcares invertidos para sobrevivir, pero la disponibilidad en la naturaleza terrestre de estos compuestos con configuración alternativa es prácticamente inexistente. Por tanto, la probabilidad de originar por biología sintética células artificiales metabólicamente viables y capaces de autoreplicación, es muy limitada, aunque no imposible. La conclusión del artículo publicado, que está avalado por varios científicos de prestigio, resalta que es mejor no intentar profundizar en este tipo de experimentos ante la potencial aparición de consecuencias imprevistas. En definitiva, resulta aconsejable abandonar estos sueños virtuales y dejar la existencia de vidas simétricas para atractivos capítulos de ciencia ficción.