Columnas
Las plantas constituyen una de las fuentes de nutrientes más importantes en la dieta de los seres vivos incluidos los humanos. Además de estos nutrientes, las plantas sintetizan una enorme variedad de compuestos que realizan una función esencial para su supervivencia y perpetuación de la especie vegetal. Estos compuestos, denominados metabolitos secundarios, tienen un alto valor en el mercado por sus aplicaciones específicas, de gran interés industrial, ya que debido a sus propiedades antioxidantes y antitumorales suponen un importante recurso natural por su utilización como principios activos de fármacos e ingredientes para la industria alimentaria y cosmética. Sin embargo, las cantidades de estos compuestos bioactivos varían en función de los diferentes factores que condicionan el crecimiento de las plantas en el campo. Por este motivo, los extractos vegetales son heterogéneos en la medida en que las plantas se ven afectadas por las condiciones climáticas, geográficas, edáficas en las que son cultivadas y por la presencia de agentes patógenos.
Las células vegetales, al igual que las animales, pueden ser cultivadas in vitro en condiciones estériles, en ausencia de microorganismos, en el laboratorio y mantenidas durante décadas siempre que se realice el aporte de un medio de cultivo apropiado.
La obtención de metabolitos secundarios mediante la utilización del cultivo in vitro de células vegetales constituye un área emergente y de gran potencial de crecimiento ya que representa una alternativa a los procesos de obtención de estos compuestos a partir de subproductos vegetales o de la síntesis química convencional. En este sentido, el cultivo in vitro de células vegetales ha abierto nuevos caminos como fuente renovable de compuestos bioactivos de gran valor añadido debido a las ventajas que presenta su utilización. De hecho, estos cultivos in vitro constituyen sistemas de producción estables y sostenibles ya que aseguran la obtención continua de compuestos bioactivos con calidad y productividad uniformes con independencia de la localización geográfica, la estacionalidad y las condiciones ambientales. Además, los requerimientos de espacio para el desarrollo de estos cultivos in vitro son reducidos sin la necesidad de ocupación de terrenos agrícolas para su cultivo, ya que éste se realiza en el laboratorio en condiciones de asepsia y el proceso de purificación del compuesto bioactivo es más respetuoso con el medio ambiente, más fácil de desarrollar, pudiendo incluso realizar su producción en biorreactores con sistemas de aireación que permiten el crecimiento de las células a gran escala, constituyendo, de esta manera, una alternativa biotecnológica muy poderosa y con un enorme potencial que aún está por explotar.