Columnas
Las mitocondrias (orgánulos celulares especializados en la producción de energía) son decisivas para la actividad celular (metabolismo y fisiología) de cualquier organismo vivo. Contar con una correcta (saludable) reserva de mitocondrias es crucial para nuestro normal funcionamiento. Si las mitocondrias no desempeñan bien su tarea, el resultado es la disfunción celular. Por ello, es fácil entender que el daño mitocondrial está asociado con un amplio espectro de condiciones patológicas como son el envejecimiento prematuro o las enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas.
Las consecuencias de una función mitocondrial defectuosa son perjudiciales para la supervivencia celular. La naturaleza ha desarrollado diferentes mecanismos redundantes de control de calidad que pretenden restaurar o mantener de manera óptima y constante, la producción energética que necesitan las células. Estos mecanismos de control (vías homeostáticas) suelen ser suficientes para reparar el daño mitocondrial que se origina como resultado de la actividad celular normal, pero si los defectos que aparecen son incontrolados o persistentes, pueden desembocar en la eliminación de mitocondrias enteras, proceso que se conoce como mitofagia (mito, de mitocondria y fagia de acción de comer o tragar). La mayoría de las células tienen niveles basales de mitofagia. No obstante, si este proceso de recambio mitocondrial se desregula provoca la acumulación progresiva de orgánulos defectuosos en las células, lo que se traduce en el deterioro y colapso de los tejidos, que dejarán de hacer su función. Por ello, el ajuste fino de la mitofagia es fundamental para la viabilidad del organismo.
Diferentes estímulos promueven la mitofagia a través de múltiples cascadas de señalización y en distintos contextos celulares. Por ejemplo, la vía PINK1/Parkin la regula en situaciones de estrés, aunque hay otras que la inducen en respuesta al hambre, calor o falta de oxígeno. Se trabaja en identificar nuevos agentes químicos que puedan usarse para optimizar la eliminación eficiente de mitocondrias (también de otros orgánulos celulares) disfuncionales. Se han descrito ya varias moléculas sintéticas (metformina, pifitrina-a, quelantes de hierro) y naturales (resveratrol, urolotina A, espermidina) capaces de modular la mitofagia. El avance de la ciencia en el efecto de estos moduladores se traduciría en nuevas estrategias de intervención terapéutica dirigidas a una gran variedad de patologías asociadas a las mitocondrias, de gran relevancia para nuestra calidad de vida. Otro ejemplo más de que invertir en ciencia es invertir en salud.