Pensándolo bien...

null LA MENTE DE LOS ORDENADORES

Vivimos unos momentos en los que, de forma casi permanente, la actualidad del mundo de la computación se centra en la posibilidad de que la Inteligencia Artificial General sea un hecho. Se clama, se reclama y se intenta, de forma constante, enarbolar el anuncio de que se ha conseguido emular la mente humana. Se ha incurrido en sucesivas ocasiones en el anuncio, desmentido poco después, de que ya estaba dispuesto. Claramente, los cazadores de noticias están al acecho y suelen cometer errores de valoración, probablemente por no tener la suficiente preparación técnica para valorar el alcance de algún anuncio técnico. Lo cierto y verdad, es que mientras esto ocurre, la intensidad con la que se insiste en la mente de los ordenadores, es proverbial.

No contentos con la propuesta de Turing, se ha renovado el experimento mental en la habitación china, propuesto del filósofo norteamericano John Searle, de nuevo planteando que la capacidad de ordenación de un conjunto de símbolos no entraña que se disponga de una comprensión de los mismos. Es una llamada de atención que insiste en la dirección de tratar de desbrozar la enorme dificultad que tenemos los humanos de precisar el concepto de inteligencia y la incapacidad para definirla. Las cuantificaciones tipo coeficiente de inteligencia, han quedado obsoletas y fuera de una razonable aproximación a la concreción de aquélla. Como afirma y conlleva, la propuesta de Searle, la capacidad de entender no surge de la sintaxis. Ello supone que se cuestiona el paradigma computacional que se ha propuesto y desarrollado desde el ámbito de las ciencias cognitivas, cuando se proponen comprender el funcionamiento de la mente humana. Por cierto, es éste un aspecto fundamental y definitivo para poder hacer operativas aproximaciones artificiales a la inteligencia. Sigue siendo un paradigma fundamental comprender como aprenden los niños.

La propuesta de Turing se ha conservado válida durante mucho tiempo, por la agudeza de la misma. Pretendió concretar cuando una máquina sujeta a un programa almacenado podía mantener una conversación indistinguible con la de un humano. El algoritmo que propuso consistía en que si una máquina, hipotéticamente, tiene capacidad lingüística propia de los humanos, al ponerla frente a humanos en el papel de jueces, si el 30% de éstos estiman que están hablando con una persona real, es una evidencia de que la máquina puede replicar los estados mentales de los humanos. En el fondo, la lectura del proceso inverso, nos lleva a considerar que en ese caso nos encontramos ante un modelo explicativo del funcionamiento de los estados mentales humanos.

La propuesta de Turing impulsó, de facto, en el ámbito cognitivo, que la reproducción de las reglas de procesamiento de la información nos llevaba a procesos de adquisición de conocimiento. Es una forma de considerar que la mente es una copia de la realidad, herramienta de representación del mundo exterior y el privilegiado lugar de conocimiento por excelencia. Se han desarrollado muchos programas que intentaban materializar el test. Joseph Weizenbaum desarrolló el programa Eliza, en honor de la heroína de Pigmaleón, que era capaz de repetir, pero nunca llegaba a aprender- Recuerden el film My Fair Lady. Pero muchos creyeron que hablaban con una persona cuando eran interlocutores de ELIZA. Hay muchas anécdotas sobre ello, desveladas en el libro “La frontera entre el ordenador y la mente”, del mismo autor, resultado de plasmar en un texto la experiencia vivida que le llevó a reflexionar sobre lo que había hecho. Similares inventos como CAPCHA, SIRI y muchos otros hacen algo parecido.

Muchos pretenden demostrar la bondad de la propuesta de Turing y muchos otros la ponen en duda. Searle pretendía dar la razón a Turing.  Aprecia la diferencia entre la Inteligencia artificial débil o estrecha, de la fuerte o profunda. La primera simula el entendimiento, aunque no incluye estados intencionales, con lo cual podemos considerar que son una forma de describir la mente, pero no la igualan. La segunda incluiría estados mentales como los humanos, entendiendo las historias y narrando relatos coherentes. Esta segunda alternativa no considera posible crearla y es para ello que ideó el experimento denominado “habitación china”. Consiste en plantear una situación hipotética de un angloparlante, que no sabe chino y lo encierra en una habitación donde debe responder a interrogantes relacionados con un relato que le narran en chino. La cuestión relevante es que dispone de unas reglas escritas en inglés, que permiten ordenar los símbolos chinos, aunque no explican su significado, sino que solamente describen como se deben utilizar. La persona inquirida responde apropiadamente, aun cuando no ha entendido nada del contenido. Desde el exterior de la habitación, un espectador que contemplara el proceso induciría que la persona de dentro de la habitación entiende el chino. La conclusión es que un programa de ordenador puede imitar la mente humana, pero no significa, en modo alguno que ese programa de ordenador sea equivalente a la mente humana. Le separan tanto la capacidad semántica como la intencionalidad.

No son suficientes lo símbolos para desarrollar la comprensión del lenguaje. La clave resulta ser la forma en que se construyen los significados y donde radican éstos. Cuando se observa a los niños, hoy nietos, en mi caso, uno se sorprende de los mecanismos implícitos que operan en el aprendizaje, al tiempo que se pone de relieve la incapacidad de comprender los mecanismos que lo hacen posible. De hecho, los pensadores experimentados sitúan los significados desde la cabeza de las personas mediante conjuntos de estados mentales innatos, hasta los que propugnan que se van acumulando, mediante la construcción social de sistemas de reglas y prácticas que son relatos compartidos, al constituirse en auténticas reglas del lenguaje.

Como siempre ocurre con las propuestas de alcance, hay críticas al experimento de la habitación china, como los que reparan en que pese a estar encerrada la persona en una habitación, la propia configuración y las reglas operativas puedan conllevar comprensión del chino. Tendría contestación en formas de organizar el experimento de forma que se impida la comprensión. Para otros, es un experimento imposible técnicamente, aunque ello no implica que lo sea lógicamente. Básicamente, son especulaciones, aunque muy cercanas al sentido común. Ponen de relieve las dificultades de los humanos para concretar el concepto de inteligencia, aunque hacemos constantemente referencia a ella. La ignorancia es un impulso irresistible. Ahí estamos. Y estaremos por un tiempo, al menos.