Columnas

null La importancia de lo invisible en la naturaleza

Decía Ramón Margalef que los movimientos conservacionistas tendían a ocuparse únicamente de los animales de pelo y pluma. Algo de esto ha cambiado en los últimos años y la preocupación empieza a centrarse en otros organismos que, como las abejas, juegan papeles importantes en el funcionamiento de los ecosistemas. En el medio marino, donde se materializa especialmente el dicho “ojos que no ven, corazón que no siente”, con la generalización del buceo y de la fotografía subacuática, aparte de los cetáceos y las focas, ya abundan imágenes espectaculares de corales u opistobranquios y se ha generalizado la preocupación por algunos peces emblemáticos como los caballitos de mar, la anguila o los meros. Sin embargo, seguimos cayendo en valorar sólo lo que vemos. Quiero aquí romper una lanza por la importancia de lo invisible. En la naturaleza, y de forma muy particular en los ambientes marinos, el papel de los organismos microscópicos es esencial para el funcionamiento de las comunidades y la integridad del ecosistema. En realidad, son el verdadero motor de los flujos de energía en el océano, tanto en la columna de agua como en los fondos. Además, no solo generan materia orgánica nueva a partir de la fotosíntesis y la quimiosíntesis, sino que son los recicladores por excelencia de la materia orgánica degradada, aumentando la producción en la zona pelágica y haciendo la vida posible en las grandes profundidades. En los últimos años, el fitoplancton ha hecho su entrada en sociedad haciéndose conspicuo mediante proliferaciones masivas formando mareas verdes o rojas que nos alertan de los procesos de eutrofización o de riesgos de toxicidad. En el Mar Menor se ha hecho patente hasta qué punto pueden tener importancia para la economía si conllevan la pérdida de la calidad de aguas. Sin embargo, seguimos ignorando el papel que juegan en su mantenimiento. Las noticias, incluso desde el ámbito científico, se han hecho eco de la desaparición de las praderas del alga Caulerpa prolifera y mostraban manos levantando sedimentos limosos como síntoma de destrucción y muerte. Ahora, la recuperación de esas praderas se ve con alivio. Lo que se ignora es que Caulerpa era un alga invasora y que su desaparición, y tras la recuperación de la calidad del agua al reducirse la entrada de nutrientes, ha permitido la recolonización de los fondos por diatomeas y cianofíceas bentónicas que, aunque son microscópicas, o precisamente por serlo, son mucho más productivas, oxigenan la capa superficial de sedimento volviéndolo de color pardo y permiten su refaunación, facilitando los flujos hacia la red trófica que termina en rendimiento pesquero. Es decir, el Mar Menor de antes del dragado del canal de El Estacio. Ojalá el color verde espectacular de Caulerpa no nos haga ignorar la importancia de lo invisible.