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La Cueva Negra de Caravaca tiene el fuego más antiguo del Paleolítico europeo, por Michael J. Walker
La evidencia del fuego más antiguo del Paleolítico europeo, entre hace 860.000 y 810.000 años, ha sido determinada en la Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar en Caravaca de la Cruz y publicada en la célebre revista (fundada en 1927) de la Cambridge University Press que es Antiquity A Review of World Archaeology (tomo 90, núm. 351, pág. 571 a 589, junio del 2016)1. El trabajo ha sido desarrollado por un equipo interdisciplinario de investigadores internacionales coordinado por M.J.Walker, profesor emérito honorífico de la Universidad de Murcia (walker@um.es; mjwalke@gmail.com) y la Asociación Murciana para el Estudio de la Paleoantropología y el Cuaternario (www.mupantquat.com).
La excavación de una capa de sedimento con indicios de combustión antigua, descubierta por primera vez en 2011 bajo una profundidad de 4,5 m de sedimentos sin combustión, ha permitido la recuperación de abundantes huesos quemados y fragmentos de sílex alterado por el calor. La investigación científica demuestra que la temperatura del fuego fue de 400º a 700ºC. En la elaboración del trabajo han colaborado laboratorios en España, Alemania, los EE.UU., Italia y Canadá,a través de la aplicación de las metodologías de la termoluminescenciaa muestras del sílex quemado; la resonancia del spin electrónico al hueso calcinado y quemado; la espectroscopía infrarrojo al hueso quemado; la microscopia electrónica de barrido con espectroscopía de energía dispersiva en hueso quemado; la microscopía óptica a aumento elevado y traceología de sílex alterado por el calor; la sedimentología comparativa con micromorfología de las capas;la tafonomía y colorimetría comparada de huesos procedentes de capas con y sin indicios sedimentológicos de combustión; y el análisis mineral y elemental de dichas capas por métodos granulométricos y termogravimétricos con espectrometría de masas y de la fluorescencia y difracción de rayos-X.
En 2009 la magnetoestratigrafía de todas las capas del relleno sedimentológico de la cueva fue publicada en Nature (tomo 461, pág. 82 a 85)2y demostró una antigüedad superior a los 780.000 años, época cuando sucedió la transición del magnetocronMatuyama, de polaridad inversa, al actual magnetocronBrunhesde polaridad normal. Acuerda con tamaña antigüeda del análisis de los abundantes restos excavados de mamíferos extintos, tanto mayores como roedores y menores, que corresponden a especies del Pleistoceno Antiguo final,conocidas en la Bioestratigrafía de la Península Ibérica entre hace un millón de años y el inicio del magnetocronBrunhes.
Particularmente interesante es la amplia gama de los elementos paleolíticos del yacimiento que incluye muchas piezas de sílex de dimensiones reducidas, talladas por precisas técnicas manuales diversas, cuyo análisis de oligoelementos de lantánidos (gracias a la colaboración de la Universidad de Arizona) indica la explotación tanto de un cercano afloramiento conglomerado como lugares a 30 km de distancia. También hay piezas talladas en caliza, entre las que destaca un hacho de mano de talla bifacial. España tiene otro ejemplo de la talla bifacial, aún más antiguo, excavado en Tarragona en sedimentos fechados en 900.000 años3, mientras que en las demás regiones de Europa se desconoce antes de hace 700,000 o 600,000 años.
Además de la destreza manual y aptitud tecnológica mostradas por el conjunto paleolítico, la versatilidad cognitiva de los frecuentadores de la Cueva Negra es demostrada por el cuido del fuego. A diferencia de los animales, no debieron tener miedo del fuego y es verosímil que recogieran tizones o cenizas candentes, después de un incendio forestal causado por relámpago, y los llevaran dentro para azuzar las llamas y cuidar el fuego en la cueva, protegido del viento y la lluvia, hasta alcanzar una temperatura muy superior a la que suelen causar ascuas llevadas por el viento desde incendios forestales hacia broza presente por azar dentro de una cueva. Los restos de la combustión excavados nos señalan una fogata cuidada sin indicios algunos de fosa u hogar rodeado de piedras. Por otra parte, no se puede inferir que la gente supiera cómo generar fuego.
Es importante comentar que los más antiguos restos contundentes del fuego en un hábitat paleolítico son los la cueva surafricana de Wonderwerk, fechados en un millón de años, y otros muy convincentes son del yacimiento fechado en 780,000 años de GesherBenothYa’akov en Israel: ambos lugares ofrecen hachas de mano de talla bifacial.
El fuego pudo ofrecer las posibilidades tanto de asar comestibles y calor como desalentar el acercamiento de fieras.El libro CatchingFire, HowCookingMadeUs Human del primatólogo Richard Wrangham, catedrático de Antropología Biológica en Harvard, propone que el calentamiento de comestibles debió inaugurar la evolución fisiológica necesaria para la aceleración de la evolución del cerebro humano, que producía, así, nuestra separación definitiva de los homínidos más antiguos, amén de los grandes simios antropomorfos de la selva.
1“Combustion at the late Early Pleistocene Palaeolithicsite of Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar (Murcia, Spain)” por M.J.Walker, D.Anesin, D.E.Angelucci, A.Avilés-Fernández, F.Berna, A.T.Buitrago-López, Y.Fernández-Jalvo, M.Haber-Uriarte, A.López-Jiménez, M.López-Martínez, I.Martín-Lerma, J.Ortega-Rodrigáñez, S.E.Rhodes, D. Richter, T.Rodríguez-Estrella, J-L.Schwenninger yA.R.Skinner.
- “The oldest hand-axes in Europe” porG.R.Scott yL.Gibert.
- “Age and date for early arrival of the Acheulian in Europe (Barranc de la Boella, La Canonja, Spain)” por
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