Artículos Académicos
Muchos economistas, sociólogos y políticos consideran que la innovación tecnológica es el principal motor del desarrollo económico. Esta visión se basa en muchos estudios empíricos que demuestran que, cuando se producen evoluciones convergentes entre diferentes ámbitos de la ciencia y de la tecnología, la innovación tecnológica producida acelera e intensifica el desarrollo económico. En las convergencias tecnológicas del pasado, los ingenieros han sido determinantes en el éxito social y económico de estas revoluciones científico-técnicas. Así en la convergencia que se produjo a finales del siglo IXX: motor de combustión interna, nuevos procesos siderúrgicos, dinamo, teléfono, lámpara incandescente, etc. en sólo treinta años se consolidó la Revolución Industrial que Samuel Smiles, en su famoso libro Maker of modern civilization, le llevó a concluir que los ingenieros son, en buena medida, los creadores de la civilización moderna. Análogamente, a finales del siglo pasado se produjo otra convergencia, entre las telecomunicaciones, la electrónica y las ciencias de la computación, que condujo al desarrollo de la Sociedad de la Información, produciéndose un avance sin precedentes de las denominadas Tecnologías de la Información y Comunicación, que ha afectado radicalmente a nuestra sociedad aumentando la productividad y eficiencia del sistema económico a niveles insospechados. Actualmente estamos viviendo el advenimiento de un nuevo paradigma de convergencia: la Sociedad del Conocimiento. Superada la Sociedad de la Información, nos adentramos en una nueva revolución científico-técnica, de mayor complejidad que las anteriores, caracterizada por la interdisciplinaridad y el acercamiento entre ciencia, tecnología e ingeniería. Se trata de la convergencia de las tecnologías de la información, la biotecnología, la nanotecnología y las ciencias cognitivas. Una convergencia (que la Nacional Science Fundation de EE.UU. ha acuñado con el acrónimo NBIC, nano-bioinfo-cogno) basada en un entendimiento profundo e integrado de la estructura y comportamiento de la materia desde la escala molecular hasta los sistemas más complejos como el cerebro humano. Un reciente informe de la Academia de Ciencias de EE.UU. sobre esta nueva convergencia tecnológica, dice que “en el momento presente, la educación científica y de la ingeniería están muy fragmentadas, con restricciones impuestas por fronteras de cada disciplina. En el futuro, el conocimiento objeto de la educación se basará en los principios unificadores que ofrecen las tecnologías NBIC. Las ciencias naturales, sociales, la ingeniería y las humanidades convergerán”. Por su posición en el pasado y en el presente, entre la ciencia y la sociedad, gran parte de esta misión integradora recaerá en los nuevos ingenieros.