Artículos Académicos

null La ciencia y los jóvenes en España

Voy a aprovechar una vez más este espacio que se me brinda para hacer un poco de filosofía casera, que es lo que me gusta. Me propongo llamar la atención del paciente lector sobre dos aspectos, que se corresponden con los que yo considero dos máximos problemas de la ciencia en España. No digo nada nuevo, pero hay temas que merecen la machaconería.

Sin duda lo más importante que está ocurriendo ahora mismo en la ciencia española es el progresivo desmoronamiento del sistema. Hay muchos de los que, con canas y todo, estamos aún plenamente activos, que hemos conocido las épocas de miseria científica anteriores a 1982, y las épocas de relativo esplendor que siguieron. La descapitalización del sistema público de investigación español, comenzada durante el último mandato del Sr. Rodríguez Zapatero, y proseguida con entusiasmo por los gobiernos del Sr. Rajoy, nos ha llevado a una situación actual, de práctica irreversibilidad. Comprendo que es duro decirlo, y que nos neguemos a aceptar la realidad, pero el sistema científico español está muy malherido, por decirlo con suma prudencia. No es que tengamos menos científicos o menos recursos que en los años 70, eso es tan absurdo como irrelevante, lo que ocurre es que, en vez de seguir creciendo, la ciencia española está disminuyendo. Cuando conseguir un proyecto del Plan Nacional, o como se llame ahora, es una hazaña reservada a unos pocos, cuando el cierre de laboratorios de investigación, por falta de recursos y sobra de hastío, es un suceso cotidiano, que pasa totalmente desapercibido, cuando incluso la cuota anual de las sociedades científicas es un gasto inalcanzable para algunos socios, con lo que muchas de estas sociedades, por primera vez en su historia, están disminuyendo en números, es muy difícil, por no decir que es irresponsable, mantener el optimismo. Algunos pensarán, con notorio desconocimiento de la realidad, que estábamos sobrealimentados, y que una dieta hipocalórica no nos iba a venir mal. Pero incluso si eso fuera cierto, y no lo es en absoluto, la dieta hipocalórica mantenida durante tantos años va más allá de producir un adelgazamiento. Por debajo de un cierto nivel de aporte calórico, la malnutrición produce inanición y muerte.  Y, no nos engañemos, lo peor está aún por venir. Los efectos de las políticas científicas no se notan en la siguiente legislatura, sino en la siguiente generación. Dejamos a nuestros jóvenes una herencia poco envidiable.

Y esto me lleva a mi siguiente tema, que es el de los científicos más jóvenes. Como se viene diciendo en España desde que tengo memoria, ésta es la generación mejor preparada de la historia. Pero les/nos va a servir de poco si no les damos la oportunidad de demostrarlo. Quiero decir, de demostrarlo en España, porque otros países, más interesados que nosotros en el progreso y la creación de riqueza, se frotan las manos al conseguir gratis jóvenes científicos bien formados en España, que se incorporan agradecidos a sus sistemas académicos, industriales o sanitarios.

¿Qué sentido tiene esforzarse por ayudar a los jóvenes, al tiempo que se anuncia la absoluta carencia de futuro para ellos en España? Bueno, yo encuentro, al menos, tres razones. La primera es que, como sabemos todos los científicos, buenos y regulares, el nuestro es el mejor oficio del mundo, y no hay otro que se le acerque, y no voy a ser yo tan egoísta de evitar queotros lo intenten seguir, aun con pocas posibilidades de éxito. La segunda es que, como ya estamos viendo, hay vida más allá de España, y aunque la falta de científicos aquí llevará inexorablemente a la falta de buenos profesores, eso ocurrirá aún dentro de dos o tres décadas, y mientras tanto podremos seguir aquí formando a los futuros científicos de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania o Japón, países que no tienen, los pobrecitos, dinero para educarlos ellos mismos. Ya comprendo que lo ideal es publicar un Nature e irse a celebrarlo con unos calamares y unas cañas, pero, si esto último no es posible, siempre se puede celebrar con un buen Riesling alemán, o un Cabernet californiano, lo importante es el Nature.  Y por último, la tercera, si no ponemos nuestra esperanza en los más jóvenes, ¿en quién la vamos a poner?