Pensándolo bien...

null KANT Y LA CIENCIA

El 22 de abril 2024 se ha celebrado el 300 aniversario del nacimiento del filósofo Immanuel Kant (1724-1804). Un vistazo a sus presupuestos nos sumerge en aspectos de la Ciencia, que a menudo obviamos y que es saludable reflexionar sobre ellos. El filósofo alemán argumentaba que nuestro conocimiento del mundo está mediado no solo por lo que percibimos, sino también por cómo nuestras mentes estructuran esas percepciones. Propuso que la mente humana tiene categorías innatas y formas de intuición (espacio y tiempo) que son esenciales para estructurar nuestras experiencias. Este enfoque supone que la Ciencia no simplemente descubre la realidad tal como es, sino que la construye a través de estas estructuras innatas de la mente.

Una distinción clave en la filosofía de Kant se establece entre fenómenos, que se refiere a las cosas como las percibimos y nóumenos, que se refiere a las cosas en sí mismas, independientes de nuestra percepción. Según Kant, la Ciencia se ocupa de los fenómenos y puede describir y predecir los eventos del mundo natural tal como aparecen para nosotros. Sin embargo, no puede acceder a los nóumenos, es decir, no puede decirnos cómo son las cosas en sí mismas sin la mediación de nuestras capacidades perceptivas y cognitivas.

Kant también exploró profundamente el concepto de causalidad, que es fundamental para la metodología científica. Argumentó que la causalidad no es algo que observamos directamente en el mundo; más bien, es una categoría a priori de la mente que impone un orden comprensible en nuestras experiencias. Esto implica que la Ciencia, al usar el principio de causalidad, está aplicando una estructura mental que nos permite organizar y predecir fenómenos, pero siempre dentro de los límites de lo que nuestra mente puede estructurar. Para Kant, pues, la causalidad no es meramente un fenómeno que observamos objetivamente en el mundo externo, sino más bien una estructura necesaria e impuesta por la mente humana para dar sentido a nuestras experiencias. Kant argumenta que sin la categoría a priori de causalidad, sería imposible para nosotros tener una experiencia coherente y ordenada del mundo. En su marco crítico, estas categorías a priori, como la causalidad, no son derivadas de la experiencia; en cambio, son requisitos previos para que la experiencia sea posible en absoluto.

Según Kant, cuando observamos que un evento sigue a otro, nuestra mente automáticamente aplica la categoría de causalidad para interpretar esta secuencia como un caso de causa y efecto. Esta aplicación no es porque hayamos observado una conexión causal inherente en los eventos mismos, sino porque nuestra estructura mental está configurada para procesar los datos sensoriales de esta manera. Por lo tanto, para Kant, la causalidad es una condición necesaria impuesta por la mente para que podamos organizar y entender el mundo.

Desde un punto de vista kantiano, aunque la causalidad es una imposición de la mente, esto no significa que sea meramente subjetiva o arbitraria. Kant sostiene que estas estructuras mentales son universales y necesarias; cualquier ser racional debe operar bajo estas mismas categorías. Esto le otorga a la causalidad un tipo de objetividad, pero no en el sentido de que sea una propiedad inherente al mundo externo independiente de nuestra percepción y cognición.

Otros filósofos han tenido opiniones diferentes. Empiristas como David Hume, argumentaron que la causalidad no es más que una expectativa habitual formada por la repetición de la experiencia: vemos que un tipo de evento sigue a otro repetidamente y formamos la expectativa de que esto siempre ocurrirá, sin ninguna necesidad metafísica detrás de esta relación. En el otro extremo, los realistas científicos sostienen que la causalidad es una relación objetiva en el mundo, qye se puede descubrir mediante la investigación científica.

La respuesta a si la causalidad es un invento de la mente o una relación objetiva depende en gran medida de la perspectiva filosófica que se adopte. Para Kant, aunque la causalidad es una categoría a priori necesaria para cualquier experiencia posible, no es una propiedad directamente observable del mundo externo en sí mismo, sino más bien una forma en que organizamos y comprendemos nuestra experiencia. Esta visión equilibra una forma de objetividad, que r4esulta necesaria y universal para los seres racionales, con un reconocimiento de que nuestra comprensión de la causalidad está mediada por nuestras capacidades cognitivas.

Además de sus contribuciones epistemológicas, Kant abordó la relación entre ética y Ciencia. En su "Crítica de la Razón Práctica", sostiene que mientras que la Ciencia se ocupa de lo que es, la ética se ocupa de lo que debe ser. Esto establece un dominio de moralidad autónomo que no está sujeto a las mismas estructuras que el conocimiento empírico. Para Kant, es crucial que los científicos operen dentro de un marco moral, reconociendo que sus investigaciones pueden tener profundas implicaciones éticas.

Imagen creada con ChatGPT con DALL_E

La filosofía de Kant ha influido profundamente en cómo entendemos la Ciencia moderna. Su idea de que la razón estructura nuestra experiencia ha resonado en diversas áreas, desde la Física hasta la Psicología. Además, su insistencia en los límites del conocimiento científico ha sido fundamental en los debates contemporáneos sobre la naturaleza y los límites de la Ciencia.

Kant no solo proporcionó una base firme para entender cómo operamos cognitivamente en la búsqueda científica, sino que también estableció un diálogo crítico sobre los límites y la ética de la Ciencia. Su legado sigue siendo crucial para entender la interacción entre nuestra capacidad de conocer y las maneras en que estructuramos ese conocimiento a través de la ciencia.

Kant argumenta que hay límites inherentes al conocimiento humano. Según su filosofía, la Ciencia puede describir y analizar los fenómenos, es decir todo aquello que es accesible a nuestra experiencia sensorial, pero no puede alcanzar los nóumenos, es decir, las "cosas en sí mismas" que existen independientemente de nuestra percepción. Esto nos enseña e impone una humildad epistémica, recordándonos que, aunque la Ciencia puede avanzar mucho en la comprensión del mundo, hay aspectos de la realidad que permanecen inaccesibles a nuestro entendimiento científico.

Kant sostiene que el conocimiento humano está estructurado por categorías a priori de la mente, como causalidad y sustancia. Esto significa que la Ciencia no es simplemente un descubrimiento de hechos objetivos, sino una interacción entre los datos empíricos y las estructuras preexistentes de nuestra razón. Esta idea subraya la importancia de examinar los supuestos subyacentes en nuestras metodologías científicas y reconoce que nuestra comprensión del mundo es co-creada por nuestra mente y la realidad.

Kant distingue claramente entre el reino de lo natural, es decir, lo que es y el reino de lo moral, o sea, lo que debería ser. Nos enseña que, mientras que la Ciencia puede decirnos mucho sobre cómo funcionan las cosas, no puede decirnos cómo debemos actuar. Esto subraya la importancia de integrar consideraciones éticas en la práctica científica, asegurando que la Ciencia sirva al bienestar humano y respete principios morales fundamentales.

Al discutir la causalidad, Kant resalta que nuestra capacidad de predecir eventos en la Ciencia depende de la aplicación de la categoría de causalidad, que es una condición a priori de la razón. Esto tiene implicaciones importantes para entender cómo formulamos leyes científicas y teorías. Nos enseña que nuestras teorías y leyes no solo reflejan cómo es el mundo, sino cómo lo estructuramos mentalmente para hacerlo comprensible.

Kant también argumenta que tanto la intuición sensorial como los conceptos racionales son necesarios para el conocimiento. En la Ciencia, esto se refleja en la forma en que los datos empíricos, es decir, las percepciones y las teorías, es decir, los conceptos, trabajan juntos para avanzar en nuestro entendimiento del mundo. Esta lección es crucial para cualquier científico al diseñar experimentos y al interpretar sus resultados. Kant nos enseña que la Ciencia es una construcción humana, limitada por nuestras capacidades perceptivas y cognitivas, pero también una poderosa herramienta para explorar y explicar el mundo dentro de esos límites. Nos recuerda que cualquier empresa científica debe ir acompañada de una reflexión crítica sobre sus métodos y sus implicaciones éticas.

Kant argumenta que el conocimiento humano no solo deriva de las experiencias, sino que también está condicionado por estructuras innatas de la mente. Estas estructuras incluyen categorías a priori como causalidad, sustancia y unidad, que son necesarias para que podamos organizar y procesar las percepciones sensoriales en una experiencia coherente. En el contexto de la Ciencia, esto significa que lo que consideramos conocimiento científico está parcialmente moldeado por estas estructuras mentales, no solo derivado directamente de la naturaleza. Al distinguir entre fenómenos, que incluye lo que podemos percibir y conocer y nóumenos, que es la realidad en sí misma, inaccesible directamente a través de la experiencia, Kant le atribuye a la ciencia, ocuparse únicamente de los fenómenos y puede describir y explicar lo que aparece en nuestra experiencia, pero no tiene acceso directo a los nóumenos. Esto establece límites claros a lo que la ciencia puede afirmar conocer.

En la ciencia kantiana, el observador o experimentador juega un papel activo en la creación del conocimiento. No somos pasivamente influenciados por lo que observamos; más bien, aplicamos nuestras estructuras cognitivas a los datos sensoriales para formar el conocimiento. Esto tiene implicaciones para la objetividad científica, sugiriendo que todo conocimiento es, hasta cierto punto, subjetivo y condicionado por la mente humana.

Kant es a menudo interpretado y juzgado como una figura que sintetiza y supera las divisiones entre el empirismo y el racionalismo, dos escuelas de pensamiento dominantes en la filosofía de la Ciencia. Acepta del empirismo que todo conocimiento comienza con la experiencia, pero sostiene, como los racionalistas, que la razón juega un papel crucial en la formación del conocimiento a partir de esa experiencia.

Como hemos dicho, aunque Kant se centra, principalmente, en la epistemología, también contempla implicaciones para la ética en la Ciencia. Al separar claramente el dominio de lo que "es" (ciencia) de lo que "debería ser" (ética), establece que las actividades científicas deben ser evaluadas y guiadas por consideraciones éticas, asegurando que la búsqueda del conocimiento esté alineada con los imperativos morales.

En suma, la ciencia kantiana, entonces, no es una ciencia específica o un conjunto particular de técnicas científicas, sino una manera de entender la Ciencia como una actividad humana profundamente influida por las capacidades y limitaciones cognitivas. Nos invita a reflexionar sobre cómo las estructuras mentales influyen en la adquisición del conocimiento y cómo este proceso está limitado por nuestra capacidad para percibir y procesar el mundo a nuestro alrededor.

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