Actualidad Científica
La Real Sociedad Aeronáutica inglesa, o británica, que mencionábamos ayer, tiene una historia muy larga, y, desde sus comienzos, siglo XIX, fue tomando cuerpo institucional de riguroso prestigio científico y técnico de alcance universal. El doctor ingeniero aeronáutico español don José Warleta Carrillo (1926-2012), el mejor biógrafo de Juan de la Cierva (AUTOGIRO, Juan de la Cierva y su obra), nos recuerda que dicha Real Sociedad miraba con lupa el alcance de sus actuaciones hacia el exterior, así como las distinciones que concedía y, no digamos nada, si se trataba de las posibles nuevas incorporaciones de personas como miembros de la Institución. Dicho sea de paso, Juan de la Cierva fue aceptado como miembro y, además, premiado con la Medalla de Plata y, a título póstumo, con la Medalla de Oro …, y, a lo que íbamos, que es la base de todo, fue invitado expresamente en tres ocasiones distintas para que diera cuenta ante el público, expertos o no, de su creación aeronáutica, pues la Institución veía que estaba revolucionando toda la estructura aviatoria mundial; al parecer, en adelante, no sólo se volaría con alas fijas, sino también con las ALAS GIRATORIAS Cierva.
Creo que tengo obligación de dejar dicho que he leído, y hasta releído, las tres conferencias y sus clásicos debates a la inglesa –discussions [diskássons]. Los asistentes a las conferencias de nuestro hombre no se mordían la lengua a la hora de enjuiciar lo que habían oído, pero también, digamos, se soltaban la melena --modo británico, claro-- en alabanzas cuando merecía la pena.
He aquí algunos ejemplos, tomados de las transcripciones y publicaciones que de las conferencias hizo el Journal de la Institución en los sucesivos años 1925, 30 y 35.
En las dos primeras, los oyentes comentaron: el Major Low, en dos ocasiones distintas …, “agradeció las líneas del Autor, así como también la introducción de un problema nuevo e interesante en el diseño de las naves voladoras dentro del mundo aeronáutico.”… “Tengo que felicitar al Señor Cierva por su éxito científico, verdaderamente destacable” (todos los subrayados son míos). Mr. H. E. Wimperis, Director de Investigaciones Científicas: “Desde un punto de vista científico, no tengo ni la más minima duda en describirlo como el invento aeronáutico más destacable dentro de los que se han dado en estos recientes años pasados.” Sir Sefton Brancker, Presidente que era de la Real Institución, dijo al presentar a Juan de la Cierva: “El conferenciante (La Cierva) ha tenido el increíble y asombroso coraje y la extraordinaria capacidad inventiva como para acoplar una fuerza centrífuga y emplearla para levantar y transportar por el aire material pesado.” El señor Manning …, técnico muy citado en la literatura aeronáutica británica de la época, dijo: “Felicito al inventor por su gran aportación a la ciencia de la aeronáutica.”
No puedo resistir la tentación de citar unas palabras del propio La Cierva en una de las conferencias, 1925, página 8 del Journal: “La inquietud por hacer desaparecer esa fuente de peligro para la aviación, me ha perseguido a lo largo de mi trabajo aeronáutico, y ha guiado mis investigaciones desde el comienzo, hasta el presente.” En cuanto a lo de “esa fuente de peligro”, no olvidemos que, Tomás de Martín-Barbadillo, en su libro sobre Juan de la Cierva (1933), páginas 31-37, dice: “año 1928, en USA: 1.062 accidentes de aviación. 459 con destrucción total. 368 muertos (más de 1 al día), y 672 heridos, dando un total de 1040 entre muertos y heridos”.
José Antonio Postigo Pascual
Murcia, Febrero del 2017
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