Artículos Académicos
Cuando se refiere el «gato de Schrödinger» se relata una paradoja que corresponde a un célebre experimento imaginario propuesto en 1937 por Erwin Schrödinger con el que visualizaba los matices de interacción y de medida en el ámbito de la Mecánica Cuántica. La lógica macroscópica en la que nos desenvolvemos impone, al final, la dicotomía: es o no es. Y así se configura nuestra percepción de la realidad. Estar vivo o estar muerto son dos valores posibles de un concepto que, a escala macroscópica no admite valores intermedios, aunque el lenguaje y la poesía lo recreen («vivo sin vivir en mi», por ejemplo). Pero a excepción de este ámbito creativo o de expresión simbólica de sentimientos, no tiene visos de existencia en nuestra realidad aparente. Pero el mundo microscópico se rige por otras leyes. El tamaño importa, hasta el punto de ser determinante del tipo de Física que lo rige. La Mecánica clásica se rinde ante las necesidades del mundo microscópico y la Mecánica Cuántica cubre la laguna. Y no es tan simple el cambio de concepción. Durante mucho tiempo ha sido una cuestión teórica de la que no se tenían evidencias experimentales o eran parciales. Pero con el avance del conocimiento científico y sobre todo de la capacidad instrumental de la Ciencia, se va teniendo acceso a dispositivos cada vez más sofisticados. Por ejemplo, faltaba disponer de un sistema, como el átomo de He, que siendo microscópico, al excitarlo mucho, es decir, promocionar electrones a niveles muy elevados, se consigue aumentar su tamaño suficientemente como para que pase a exhibir comportamiento caótico, propio de los sistemas clásicos no lineales. La radiación sincrotón ha permitido el experimento. Lo mismo ha ocurrido con el comportamiento coherente de las ondas de materia. El fenómeno de la interferencia de la luz es muy conocido, y la naturaleza ondulatoria de la materia, también está bien establecida en átomos, pero faltaba una experiencia en que las moléculas evidenciaran un comportamiento ondulatorio exhibiendo interferencia propia de las ondas. El efecto Stark derivado de la aplicación de un campo eléctrico sobre un haz molecular supersónico de NO, ha permitido su observación. Estamos en ello. Poco a poco todo va encajando. Los estados coherentes producen interferencias. Es un avance significativo para la computación cuántica.