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El vino forma parte de la cultura mediterránea y se ha usado desde la antigüedad con fines medicinales. Pero refiriéndonos ya a los tiempos contemporáneos, se extendió popularmente la idea de que el vino, consumido moderadamente, podría ser saludable frente, por ejemplo, a enfermedades cardiovasculares. Esta idea se popularizó primero en los Estados Unidos. La historia del periodismo televisivo recoge el programa de la cadena CBS “60 Minutos” (1991) en el que el epidemiólogo Serge Renaud se refirió a la Paradoja Francesa, según la cuál, pese a que los franceses ingieren muchas grasas saturadas y colesterol tienen una relativamente baja incidencia de enfermedades cardiovasculares por su consumo de vino tinto. Muchos estudios epidemiológicos se han realizado desde entonces que muestran que el vino tinto puede tener efectos beneficiosos, cuando se consume con moderación. Pero dada la compleja composición química del vino no es una tarea fácil el averiguar a qué componente se deben los efectos beneficiosos. Se sugirió que se debería al efecto antioxidante de compuestos tales como los polifenoles que se publicó inhiben la oxidación de las lipoproteínas LDL, proceso relacionado con la aterosclerosis. Sin embargo se ha observado que las concentraciones que se alcanzan en sangre de estos antioxidantes, no son suficientes para justificar este efecto. Algo similar sucede con el resveratrol que según se cree popularmente es el responsable de los efectos saludables del vino, pero un consumo moderado de vino tinto no puede dar niveles de resveratrol en sangre suficientes, para justificar esta creencia. El resveratrol puro se vende hoy en día en las farmacias pero aunque su ingesta se ha demostrado que es beneficiosa frente a más de una patología, no está claro que sus efectos a las dosis elevadas que se aconsejan, tengan que ver con lo que se puede esperar del consumo moderado de vino tinto. Otro candidato son las procianidinas que inhiben la producción de endotelina-1, implicada en la aterosclerosis y que puede actuar a concentraciones más bajas que otros. Es interesante que la composición del vino depende del tipo de uva y crianza, y habría que tratar de correlacionar efecto y composición en cada caso. Seguramente hay más de un compuesto beneficioso para la salud en el vino, actuando a muy bajas concentraciones sobre rutas de señalización celular. En resumen, el consumo moderado del vino es beneficioso, pero se necesitan más estudios para averiguar por qué.