Columnas
En plantas, al igual que en animales y en humanos, la ubicuidad de las Especies Reactivas del Oxígeno (ROS, de las siglas en inglés) determina la existencia de una serie de sistemas antioxidantes que incluyen enzimas (antioxidantes enzimáticos) y metabolitos de bajo tamaño molecular, como el ácido ascórbico (o vitamina C) y el glutatión. El ácido ascórbico es el antioxidante por excelencia en plantas, en las que presenta un elevado contenido, y fallos en su síntesis pueden ser totalmente letales para ellas debido a las múltiples funciones que este antioxidante desempeña. Entre éstas destaca la defensa frente al peróxido de hidrógeno, una de las ROS más abundantes a nivel celular. El crecimiento de plantas en ambientes desfavorables o con recursos limitados, como es el caso de suelos de secano o regadío con elevado contenido en sales, condiciones que concurren en la agricultura de nuestra región, pueden limitar gravemente la producción agrícola y su calidad final. En estas situaciones se produce un incremento en la generación de ROS en la planta, que si no se contrarresta, generará la oxidación de los componentes celulares (proteínas, ácidos nucleicos y lípidos), que conlleva una pérdida de su función. De la capacidad de la planta para aumentar sus niveles de ascorbato y glutatión, junto con el de otros sistemas antioxidantes, va a depender en gran medida su crecimiento y adaptación a tales condiciones desfavorables. Esta relación ROS-antioxidantes no es tan simple. En los últimos años ha tenido lugar una “verdadera revolución conceptual” que ha llevado a un cambio en el paradigma en el que las ROS, consideradas como “moléculas dañinas” a las que hay que eliminar, se describen como moléculas que están implicadas en complejas redes de señalización de cambios en el entorno. Esta función de señalización permitirá a las ROS controlar el proceso de crecimiento vegetal y de aclimatación frente a cambios medioambientales. En este escenario juega también un papel fundamental el estado de oxidación/reducción del ácido ascórbico y del glutatión actuando como moléculas señalizadoras. Es un hecho que debido a su naturaleza sésil, las plantas han sido capaces de explotar y de dominar con éxito la química del oxígeno y de sus especies reactivas. El avance en el conocimiento de esta capacidad ayudará a responder a uno de los retos más importantes de este siglo: la necesidad de incrementar, bajo unas condiciones de recursos limitados, la producción de alimentos de calidad, de fibra y de biocombustibles.