Artículos Académicos
La distribución de la vida microbiana en nuestro planeta parece no tener límites. Los microorganismos, aunque invisibles a simple vista, se extienden por toda la Tierra y ocupan todos los ecosistemas conocidos, incluyendo los ambientes aéreos y terrestres más insospechados y hasta los escapes geotérmicos de las profundidades marinas. El conocimiento de las condiciones naturales que permiten el desarrollo de la vida microbiana se amplía cada día más, y los márgenes de temperatura, presión, aireación, pH, y otras variables físico-químicas son en realidad mucho más amplios de lo que inicialmente se pensaba. Por eso, en la búsqueda de vida extraterreste se utiliza la presencia de microorganismos como un indicador de síntomas vitales en el universo. Un estudio publicado por un equipo de microbiólogos norteamericanos en la revista Science, resalta la potencialidad de la vida microbiana y aumenta las expectativas de encontrar algunos sistemas vivos fuera de la Tierra. En la zona de la Antártida conocida como “Blood Falls”, dichos investigadores han descubierto un lago sub-glaciar atrapado desde hace millones de años bajo 400 metros de hielo. Esta bolsa de vida constituye un ecosistema sin luz y sin oxígeno y presenta condiciones que son similares a las que se sospecha que existen en otros planetas y satélites del espacio exterior, particularmente en zonas sub-corticales de Marte y en la helada luna de Júpiter llamada Europa. Las capas subterráneas descubiertas bajo el hielo contienen varios tipos microbianos con un tipo de vida hasta ahora desconocido. Han sobrevivido allí durante milenios utilizando para la respiración hierro en combinación con sulfatos, en vez de oxígeno. Este ambiente constituye un espectacular medio natural que revela la posibilidad de que exista vida en condiciones hasta ahora consideradas incompatibles con ella. El importante hallazgo permite, además, intuir la naturaleza de sistemas vivos que pueden encontrarse en lugares fuera de la Tierra aún por explorar. Como ocurre en la Antártida, cabe considerar que la radiación ultravioleta y otros peligros para la vida podrían haber forzado a los microorganismos a ocupar las heladas capas bajo la superficie del Planeta Rojo, de la inhóspita luna jupiteriana o de algunos planetas extrasolares, y desarrollar allí un tipo de metabolismo nuevo y original como el recientemente descubierto. Parafraseando lo que decía Paul Eluard en otro contexto, puede que existan otros mundos vivos y que su imagen se encuentre también en nuestro propio mundo.