Columnas
Si resultan inquietantes las noticias que hacen referencia a la existencia de laboratorios clandestinos para la producción y distribución de drogas o las que denuncian que profesores universitarios e incluso estudiantes de química han sido detenidos por la fabricación de drogas de síntesis, mucho más inquietante resultan las emitidas hace unos días por los medios de comunicación alertando de que la policía estaba detectando en los “botellones juveniles” el consumo de bebidas constituidas por mezclas de refrescos, licores y jarabes que contienen codeína. Ya no se trata de sintetizar drogas que permitan huir de la realidad del entorno y “dormir en los brazos de Morfeo”, sino conseguir los mismos o similares efectos mezclando, simplemente, sustancias accesibles en supermercados con jarabes que contengan dicho alcaloide, frecuentemente utilizados para el tratamiento de la tos asociada a procesos catarrales y adquiridos en farmacias. Un ejemplo más, de los muchos descritos, de que el consumo indebido de un fármaco eclipsa la función médica para la que fue concebido y comercializado.
Afortunadamente, en nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en otros, el acceso a jarabes con codeína exige de prescripción médica, aunque su uso frecuente en las familias hace que estos puedan ser muy accesibles para muchos jóvenes que, aún sin tener ningún conocimiento de química, son capaces de preparar la que se ha denominado “bebida morada”. Es obvio que no son conscientes del serio riesgo que para su salud tiene el consumo descontrolado de esta bebida pues desconocen que la codeína ocupa el segundo lugar en abundancia, detrás de la morfina, entre los veinte alcaloides presentes en el opio, y que ambos compuestos, codeína y morfina, están estructuralmente muy relacionadas, siendo la única diferencia entre ellas que la morfina posee un grupo hidroxilo (OH) en la posición 3 de su estructura, mientras que la codeína posee, en esa misma posición, un grupo metoxilo (CH3O). Esta analogía estructural explica que una vez administrada a los seres humanos, la codeína, cuando es metabolizada en el hígado, se transforme en morfina (aproximadamente en un 10%), a través de una reacción de O-desmetilación.
Siendo muy importante poner en conocimiento de los jóvenes este hecho, no lo es menos insistir en que, aunque los efectos analgésicos y sedativos de la codeína son menores que los de la morfina, la codeína también puede generar dependencia, razón por la que su consumo ha sido restringido por la Agencia Española de Medicamentos.