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Hace unos días, un médico ya retirado, pero con inquietudes científicas, al saber que mis investigaciones se relacionaban con las enfermedades neurológicas, me preguntó sobre los avances en el tratamiento del Alzheimer y Parkinson. Le contesté que los nuevos fármacos no habían satisfecho las expectativas creadas y que la solución a esas enfermedades requeriría nuevos descubrimientos. En ese ámbito se enmarca un artículo publicado el pasado mes de agosto en la prestigiosa revista Cell por el Dr. Morrison de la Universidad de Michigan.
Un golpe en la columna vertebral o en el cráneo puede afectar gravemente a la médula espinal o al cerebro. La lesión permanente de los axones que comunican neuronas entre sí produce fatales consecuencias. Los trabajos en curso abren la posibilidad de restaurar la comunicación entre las neuronas cerebrales, interrumpida por un trauma. Ciertas moléculas producidas por los axones seccionados se unen al receptor Nogo y la unión detiene la elongación axonal. Como las neuronas desprovistas de ese receptor son capaces de regenerar sus axones, pero no las que lo tienen, sería posible extender el axón y restablecer sus conexiones bloqueando el receptor con anticuerpos, deteniendo su producción o eliminándolo.
En cuanto a la reparación de las estructuras cerebrales, se sabe que el número de neuronas del encéfalo disminuye con la edad, y de ahí la frecuencia de demencias seniles. En febrero de 2000 se descubrió la presencia de células madre neurales (pluripotenciales y autorregenerativas) en ciertas regiones del cerebro adulto. Este hallazgo contradecía dogmas anteriores, según los cuales sólo el cerebro prenatal podía generar neuronas funcionales. También demostraba que la capacidad de fabricar neuronas persiste a lo largo de la vida, al menos en algunas regiones cerebrales. Dado que las nuevas neuronas consiguen establecer contactos con las neuronas próximas, cabría la alternativa de reparar lesiones cerebrales estimulando la formación de nuevas neuronas, a expensas de células madre. Todavía se desconoce cómo responden las células progenitoras a un trauma cerebral y si se puede manipular su respuesta para aumentar el número de células nuevas, pero al menos se ha constatado que la proliferación aumenta con factores de crecimiento.
Las investigaciones continúan para averiguar si la presencia de células madre se circunscribe a determinadas estructuras o si se distribuyen por todo el cerebro. En este último caso, la administración de factores de proliferación adecuados proporcionaría nuevas neuronas para sustituir a las dañadas. En el futuro, la tenacidad de los investigadores comprometidos en mejorar la condición humana proporcionará estrategias para reparar el cerebro, consiguiendo así atenuar, o incluso detener, la degeneración neuronal asociada a las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.