Columnas
El papel, el cartón y otros productos relacionados son tan habituales en nuestra vida cotidiana que no les prestamos la debida atención. El papel es, en esencia, una fina lámina obtenida a partir de celulosa proveniente del material vegetal. Desde China vino a sustituir al papiro y al pergamino como soporte de la escritura y se introdujo paulatinamente en todo el mundo, obteniéndose primero con procedimientos artesanales y hoy en día en modernas factorías. Su utilidad es enorme, pero también lo es la cantidad de materia vegetal, consumo de energía, agua y productos químicos que se requieren para obtenerlo. Por fortuna, puede reciclarse y volver a utilizarse en buena medida tras un adecuado tratamiento, con lo que se consigue un ahorro desde todos los puntos de vista. Por el contrario, hay que indicar que no todo el papel puede ser recuperado, pues dependiendo del uso el reciclaje puede ser difícil o incluso imposible.
Aunque existe alguna referencia anterior, el papel higiénico se introdujo a mediados del siglo XIX, comercializado primero como hojas sueltas y luego bajo la forma de rollo, con atribución de propiedades medicinales. En la actualidad es un producto omnipresente en las costumbres occidentales del que se consumen cantidades muy elevadas. Sin necesidad de aludir a la compra compulsiva de este producto durante la epidemia de covid, la consulta de los datos de consumo impresiona al lector no prevenido. Si se atiende a los kilómetros de papel higiénico en rollos que emplean los ciudadanos occidentales resulta que un español consume un total de 622 km a lo largo de su vida. Este número es modesto si se compara con los 1035 km consumidos per cápita por los ciudadanos de Portugal o los 1020 km de los de Estados Unidos. Estos son valores promedio afectados por el tipo exacto de papel y el número de capas, pero en todo caso llevan a la reflexión. Al esfuerzo que se le exige a la naturaleza para producir una ingente cantidad de celulosa se añade el gasto de agua, energía y la consideración del fin último del producto por lo que el conjunto es preocupante para los que nos interesamos por el equilibrio y futuro de nuestro planeta.
Todos debemos ser conscientes de que nuestra contribución al futuro es esencial. Usemos el maravilloso invento del papel en sus múltiples posibilidades, pero reciclemos el producto al máximo y, cuando no sea posible, usémoslo con moderación y prudencia. El medioambiente y el planeta lo agradecerán.