null El químico orgánico que transitó desde la síntesis de heterociclos al reconocimiento molecular

ALBERTO TÁRRAGA TOMÁS QUÍMICO Y CATEDRÁTICO DE QUÍMICA ORGÁNICA DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA.

“Mires donde mires, hay química orgánica,” señala con entusiasmo Alberto Tárraga Tomás (Almansa, 1953), catedrático del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Murcia (UMU), quien tenía claro desde una edad bien temprana que quería dedicarse a la ciencia, a pesar de no haber nacido en el seno de una familia con tradición investigadora ni académica, pero no se decantaba entre la medicina, la química, la bioquímica… “Al final me quedé con la química y, en concreto, con la química orgánica, para, posteriormente, especializarme en la química heterocíclica”.

En 1970 comenzó a estudiar Químicas en la UMU, centrando su especialidad en química básica para más tarde elaborar su tesis doctoral en el área de la química de carbohidratos, aunque, en la etapa posdoctoral, orientó su investigación hacia la síntesis de compuestos heterocíclicos. “¿Y qué es un sistema heterocíclico? «Son compuestos orgánicos de naturaleza cíclica que no sólo contienen átomos de carbono en su estructura sino otros elementos, o heteroátomos, como nitrógeno, oxígeno, azufre… Un ejemplo de este tipo de compuestos lo constituye la nicotina, aunque hay que subrayar que muchos de ellos son esenciales para los organismos vivos, se encuentran presentes en la estructura de multitud de productos naturales y medicamentos y forman parte de nuevos tipos de materiales de gran importancia industrial.”

 

De Murcia a Florida con escala en Norwich

Tras su estancia en la UMU se trasladó, becado por el Estado, a la prestigiosa Universidad de East Anglia, en Norwich, en Inglaterra. Allí estudió bajo la tutela de “una de las personalidades más destacadas en el campo de la química heterocíclica: el profesor Alan Roy Katriztky. Más tarde, cuando Katriztky se mudó a la Universidad de Florida, me pidió que formase parte del grupo de investigación que le acompañó a Estados Unidos, donde pasé otro año, hasta que volví a España formando parte de la primera promoción de becarios de reincorporación. Fue una propuesta del Gobierno de entonces para que los titulados que nos habíamos formado en el extranjero tuviéramos la posibilidad de regresar y trasladar a nuestras universidades nuevas formas de abordar la investigación y la docencia universitaria.”

De nuevo en la Universidad de Murcia, “me incorporo a trabajar en la línea sobre síntesis y reactividad de compuestos heterocíclicos que había empezado a desarrollar Pedro Molina”. Una asociación que sigue dando sus frutos después de tantos años: “Todavía sigo trabajando codo con codo con el profesor Molina en el grupo de Química de Heterociclos”, uno de los veinte Grupos de Excelencia de la Región de Murcia reconocidos por la Fundación Séneca-Agencia de Ciencia y Tecnología en la Región de Murcia.

«Sin colaboración entre científicos, la ciencia se agota»

Tárraga insiste en la importancia de la colaboración en el grupo y entre equipos con el fin de cubrir el mayor espectro de conocimiento posible, pues cada especialista en su disciplina no suele tener un dominio exhaustivo de las demás. “El avance científico requiere de la colaboración entre científicos de distintas áreas, desde el campo de la medicina al de la ciencia de los materiales. En este último, la colaboración entre físicos, químicos e ingenieros es fundamental, lo mismo que en la medicina es fundamental la colaboración entre químicos, médicos, biólogos, etc..”

Su primera investigación destacada consistió en “describir que a partir de una molécula muy simple se pueden obtener sistemas heterocíclicos mucho más complejos, algunos no descubiertos hasta ese momento”. Otro logro muy relevante, señala el investigador y catedrático de la UMU, fue la descripción de nuevas rutas de síntesis de productos naturales de interés biológico, como el antibiótico DC81, que pertenece a la familia de las benzodiacepinas, unos medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso para combatir síntomas como la ansiedad (el Valium es la benzodiacepina más conocida).

La investigación de Alberto Tárraga ha evolucionado hacia el uso, en química supramolecular, de los sistemas heterocíclicos y de derivados de ferroceno, adentrándose en un nuevo campo de investigación orientado al desarrollo de sensores moleculares capaces de detectar de forma sensible y selectiva cationes metálicos (mercurio, cobre, plomo, zinc) o aniones (pirofosfato, fluoruro, nitratos), de interés desde un punto de vista clínico, biológico o medioambiental, y a su posterior anclaje en soportes de celulosa, sílice u oro.

Su carrera ha ido, pues, transitando, desde el desarrollo de metodologías sintéticas útiles para la preparación de sistemas heterocíclicos hacia su incursión en el área del reconocimiento molecular, poniéndose nuevas metas conforme acumulaba experiencia. «Vas evolucionando a la vez que tu trayectoria investigadora y profesional. Te dedicas a una línea para conseguir unos objetivos determinados y estos, a su vez, te van abriendo nuevos horizontes sobre los que orientar tu investigación.”

Procesos cancerígenos y detección de mercurio

Pero la investigación es doblemente útil cundo sus resultados se transfieren al tejido productivo para mejorar la vida de los ciudadanos Alberto Tárraga, junto con los profesores Molina y Veciana, del Instituto de Ciencias de Materiales de Barcelona, y sus respectivos equipos, ha desarrollado una patente basada en la síntesis de un quimiosensor para la detección de mercurio, de aplicación en el ámbito medioambiental.

Este experto en heterociclos también ha colaborado con el profesor José Neptuno Rodríguez López, catedrático de Bioquímica en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular A de la UMU, en la síntesis de derivados de epicatequina para el posterior estudio de su actividad biológica en diferentes tipos de sistemas celulares cancerosos, que ha sido objeto de importantes publicaciones y del registro de otra patente en el seno de la Universidad de Murcia.

Tárraga, que consiguió su plaza de catedrático en el año 2004, puede presumir de sus publicaciones en revistas científicas de elevado índice de impacto (esto se traduce en las veces que han sido citadas por otros autores). Entre las numerosas publicaciones que figuran en su currículum, una de las más citadas es la que publicó en el ‘Journal of the American Chemical Society’ sobre un receptor simple utilizado en la detección de mercurio. Además, destaca otros estudios publicados en revistas de la American Chemical Society (USA), Royal Society of Chemistry y Science Direct (Reino Unido) o Wiley-VCH (Alemania). Un artículo suyo que recogió la revista ‘Tetrahedron’ figura en el ránking de los 25 trabajos más citados de esa revista en el período 2010-2011.

“Un buen investigador debe ser un buen docente”

Para este químico, la labor del investigador no es un trabajo de 9 a 14 horas: es un estilo de vida, es una vocación, donde muchas veces no existen las horas ni los días, ni el descanso ni el ocio. “La investigación científica es un trabajo a tiempo completo. Llegas a tu casa, te pones a ver una película y estás pensando en algún problema del laboratorio. O estás en la playa, coges un papel y un boli y al final acabas dibujando estructuras.” Con todo, también tiene aficiones ajenas a la ciencia, como disfrutar del deporte -“sobre todo cuando era más joven”-, de la lectura, de la que es un consumidor de la novela negra o de ensayos; del cine o de pasear y charlar con los amigos.

El catedrático se reserva una de sus opiniones más poderosas para el final, cuando sale a relucir el tema de la docencia. Para Tárraga, “trasladar el conocimiento a los estudiantes es fundamental. A veces no nos damos cuenta de su importancia pero estamos pasando esos conocimientos a las personas que nos van a relevar. Tiene que existir una formación sólida que muchas veces no se consigue. Por eso un buen investigador debería ser también un buen docente y transmitir esos conocimientos de forma sencilla al alumnado, contagiar el entusiasmo y el amor por la ciencia a la gente que nos tiene que relevar. Aquel investigador que no consiga transmitir fácilmente sus conocimientos pertenece al laboratorio, nunca será un buen profesor. El docente debe conjugar una buena formación y una buena capacidad de transmisión.” Parafraseando a Ray Bradbury, “el conocimiento es un arma cargada para la que sólo los buenos docentes deberían tener licencia”.

Redacción: Paz Gómez Fotografía: Pablo Almansa Fecha realización: 22 diciembre 2014