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null El principio de San Mateo en Ecología

Cuenta S. Mateo (Mt. 25, 29-30) que el “Reino de los Cielos es como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda dándole a cada cual según su capacidad. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno, cavó un hoyo y escondió el dinero. Cuando volvió el señor ajustó cuentas con ellos. El que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco. Su señor le dijo: “¡Siervo bueno y fiel!; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho.” El de los dos talentos dijo: “dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.” Su señor le dijo lo mismo que al primero. El que había recibido un talento dijo: “Señor, sé que eres un hombre exigente, que cosechas donde no sembraste. Por eso, me dio miedo y escondí tu talento. Aquí tienes lo que es tuyo.” El Señor le respondió: “¡Siervo malo y perezoso! Si sabías que cosecho donde no sembré, debías haber entregado mi dinero al banco. Así, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez”. La parábola termina con una frase contundente: “Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo poco que tiene”. Esto puede parecer injusto y poco equitativo. Parece más justa la segunda ley de la termodinámica por la que donde hay diferencias de energía, ésta se redistribuye hasta que todo sea homogéneo. Pero parece que la vida ignora esta ley y sigue la parábola. A medida que los seres vivos se hacen más complejos y adquieren más estructura, se hacen más eficientes y competitivos, captando más recursos que les permiten crecer más. Ramón Margalef, el ecólogo español más importante, formuló este principio aludiendo al acoplamiento entre sistemas productivos que disipan energía y sistemas complejos más conservativos, diciendo que los ecosistemas complejos explotan a los menos maduros. Las ciudades crecen explotando a las áreas rurales, los países desarrollados a costa de los menos desarrollados. Si no se invierte lo que se produce en mejorar las estructuras propias para ser cada vez más competitivo, pronto se perderá hasta lo poco que se tenía. Puede ser una buena reflexión para analizar cómo salir de una crisis o las alusiones a deudas históricas regionales.