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null El oro del Norte

Los materiales coloreados y brillantes que la naturaleza ofrece han llamado siempre la atención del ser humano. Así ocurrió con el ámbar, resina fósil que el hombre primitivo encontraba con facilidad en la costa del mar Báltico. El producto era llamativo por sus variados colores, brillo y curiosas propiedades. Ya Tales de Mileto reseña que cuando se frota es capaz de atraer algunos pequeños objetos. Recibió diversos nombres, pero los griegos le llamaban elektron por su brillo que asimilaban a una de las estrellas de las Pleiades, y de este término deriva nuestro actual uso de electricidad. Su constante presencia a lo largo de la Historia denota el aprecio que se le tenía. Es mencionado como valioso en la Odisea y era muy demandado por la aristocracia romana. Nerón envió un legado al Báltico a buscarlo, y una idea de su valor viene dada por los historiadores romanos Plinio el Viejo y Tácito, quien especifica que un trozo mediano de ámbar se cotizaba más que un esclavo de complexión atlética. Por ello se le denominaba el oro del Norte.

Su valor no era tan solo por las propiedades mencionadas, útiles en joyería, sino también por sus presuntas propiedades medicinales. Si se atiende a lo que dicen los clásicos, quedaremos asombrados de la diversidad de propiedades que se le atribuyen en este campo. Desde el punto de vista químico contiene una notable cantidad de ácido butanodioico o ácido succínico, que puede extraerse por destilación, por lo que se le conocía también como espíritu del ámbar. El ácido succínico, que se obtiene hoy en día por otros caminos, se emplea en la industria alimentaria, en cosmética y en medicina, entre otros campos. La presencia de este ácido y de otros compuestos que pueden ser de interés no justifica la diversidad de beneficios que algunos le adjudican, que incluye la supuesta propiedad de alejar las energías negativas, curioso concepto que algunos tienen de la energía.

Admiremos el ámbar como un fósil de precioso colorido, que puede encontrarse en muchas obras de arte y ha prestado muy buena información a los científicos por los pequeños seres que quedaron atrapados en su interior, pero no confiemos en todas esas maravillosas propiedades que algunos le adjudican. Dice el saber popular que de dinero y santidad, la mitad de la mitad, o bien que no es oro todo lo que reluce. Aplique el lector la frase que más le acomode