Artículos Académicos
La obtención de arroz representa el 11 por ciento de la tierra cultivable del mundo y sirve de sustento a casi la mitad del planeta. No existe ninguna otra actividad económica en la tierra que proporcione alimento a más personas, mantenga a más familias y sea más esencial para el desarrollo de tantos países como es la producción de arroz. Sin embargo, según Ronald Cantrell, director general del Instituto Internacional de Investigaciones del Arroz, no hay bastante agua, tierra o dinero para producir todo el arroz que necesitará la población mundial en constante crecimiento. De ahí el interés por obtener variedades más resistentes, más nutritivas y de mayor rendimiento Los expertos opinan que las mejoras conseguidas en las variedades asiáticas de arroz entre 1970 y 1980 impidieron una subida de su precio en más del 40%, redujo en muchos países la importación de alimentos en más del 8%, y evitó la desaparición de millones hectáreas de bosques o de otros ecosistemas. Más aún, impidió que el número de niños desnutridos en los países en desarrollo aumentase entre 1,2 y 2 por ciento. El conocimiento del genoma del arroz puede facilitar su mejora. El International Rice Genome Sequencing Project (IRGSP), un consorcio de laboratorios, financiados públicamente, se fundó en 1997 a fin de obtener un mapa de gran calidad de la secuencia. Participan 10 países: Estados Unidos, Brasil, Japón, China, Taiwan, Corea, India, Tailandia, Francia y Gran Bretaña. Completando estudios previos de otros laboratorios, a finales del pasado verano, en la revista Nature, el IRGSP publicaba un mapa que cubría más del 95% del genoma, con una seguridad de más del 99,99%. Toda la información está disponible en los bancos de datos genómicos públicos. Aunque España es uno de los principales productores de arroz en Europa, su papel en el proyecto ha sido nulo, a pesar de que hace unos años el IRSGP propuso al gobierno español su participación en este gran proyecto internacional. Los representantes políticos de la ciencia española adujeron que nuestra participación en la secuenciación de algunos de los más de 37.000 genes distribuidos en los 12 cromosomas del arroz supondría destinar todo el presupuesto asignado al área de genómica en España, unos 2.000 millones de pesetas. Nuevamente, al igual de lo sucedido con el genoma humano, la ciencia española ha perdido la oportunidad de engancharse a un gran tren científico internacional. Según distintos expertos ello se traducirá en el futuro en el pago de royalties por el uso de la tecnología generada. Los próximos pasos tras descifrar el genoma serán los de comenzar a identificar las funciones de los genes, por ejemplo, confieren al arroz su color, sabor, mayor o menor producción, o le permiten crecer en ambientes hídricos diferentes.