Columnas

null El color de la piel ¿ácido fólico o vitamina D?

Antropólogos y fisiólogos siempre han sentido una enorme curiosidad por conocer cómo evolucionó el color de la piel humana. Una de las primeras teorías postulaba que los homínidos adquirimos una piel pigmentada para protegernos del cáncer de piel producido por la radiación ultravioleta del sol. Sin embargo, la mayoría de estos cánceres se producen a una edad tardía, ya sobrepasada la edad fértil; por lo tanto, este proceso no debió de ejercer una presión evolutiva muy importante sobre el color de la piel.

Fue a finales del siglo pasado cuando la Profesora Nina J. Jablonski, de la Academia de Ciencias de California, sorprendió con una hipótesis que indicaba que el color de la piel humana había evolucionado para mantener un fino equilibrio entre dos vitaminas: el ácido fólico y la vitamina D, ambas necesarias para la reproducción humana. Mientras que el ácido fólico es esencial para la síntesis del ADN y participa en el desarrollo del feto durante el embarazo (su deficiencia en las mujeres embarazadas está relacionado con defectos del tubo neural, como la espina bífida), la vitamina D, por su parte, es necesaria para el desarrollo de los huesos, la síntesis de hormonas y la producción de espermatozoides.

Curiosamente, la hipótesis de Jablonski se basa en el efecto diferencial de los rayos ultravioleta del sol sobre ambas vitaminas y en la capacidad de nuestra piel para sintetizar melanina, un protector natural contra los efectos nocivos del sol. Así, y aunque necesitamos del sol para fomentar la producción de vitamina D, por el contrario, la radiación ultravioleta destruye las reservas corporales de ácido fólico. En este sentido, la hipótesis indica que aquellos individuos que vivían cerca del ecuador y que disponían de una piel más oscura, tuvieron una ventaja evolutiva frente a los individuos con piel más clara. La piel oscura los protegía de la degradación del ácido fólico en condiciones de una alta exposición solar. Por el contrario, las poblaciones que vivían más cerca de los polos, donde la exposición solar era mucho menor, se adaptaron para activar la vitamina D, siendo los individuos con piel clara los que estaban mejor adaptados para sobrevivir.

Aunque, desgraciadamente, el color de la piel ha marcado la discriminación y la desigualdad entre los miembros de la especie humana a lo largo de su historia, no estaría mal que todos comprendiéramos que el color de la piel no es más que una cuestión de química.